La UE se juega su prestigio en Sudán
La UE se juega su prestigio en Sudán
What’s Left of Sudan After a Year At War?
What’s Left of Sudan After a Year At War?
Op-Ed / Africa 3 minutes

La UE se juega su prestigio en Sudán

La Unión Europea se equivoca al enviar observadores a la farsa de elecciones de Sudán. Su reto ahora es mantener algo de credibilidad.

La decisión de la responsable de política exterior de la UE, Catherine Ashton, de enviar una misión europea de observación para supervisar las elecciones de abril de este año en Sudán es un triunfo de la esperanza sobre la experiencia. Los observadores no evitarán que el Partido del Congreso Nacional, actualmente en el poder, amañe el proceso y, lo que es peor, con su presencia se arriesgan a legitimar un régimen encabezado por Omar al Bashir, acusado de crímenes de guerra por el Tribunal Penal Internacional.

Lo ideal sería que estas votaciones se retrasaran hasta que mejorara el ambiente electoral, especialmente en el norte. Pero con los partidos políticos clave decididos a seguir adelante, y los socios internacionales poco dispuestos o incapaces de detenerlos, los observadores deberían al menos entender en qué se están metiendo.

Tienen que ser conscientes de que ellos no van a impedir que se produzca un fraude electoral masivo, ya que gran parte de las trampas ya están hechas. La ley electoral favorece al partido de Al Bashir, que manipuló el censo del año pasado para inflar el número de distritos que lo apoyan y amañó el registro de los votantes en Darfur de modo que sólo una fracción de los tres millones de desplazados de esa región devastada por la guerra podrá emitir su voto. La Comisión Electoral Nacional y los comités electorales estatales, todos dominados por el partido de Al Bashir, también han trazado distritos por todo el norte del país que refuerzan a los árabes leales al partido y excluyen a las tribus que han sufrido la brutalidad de Jartum.

A la misión internacional le va a costar detectar nuevos fraudes. El grupo, que está formado por unos cien observadores de la UE desperdigados por el país más grande de África, está destinado a fracasar. La inseguridad y la falta de infraestructura impedirán que lleguen a muchas áreas. Incluso donde puedan desplegarse, aquellos que no sean capaces de hablar árabe u otra de las lenguas de Sudán y sin experiencia previa en el país serán fácilmente engañados por el Partido del Congreso Nacional de Al Bashir. Un puñado de supervisores extranjeros no puede competir con una sofisticada maquinaria de control sobre una administración local con una gran experiencia en el uso de la intimidación y la violencia contra sus oponentes.

La credibilidad de la política exterior de la Comisión Europea se encuentra aquí en peligro. También la de Ashton. Tras haber decidido enviar observadores a cumplir una tarea casi imposible, la UE tiene ahora que intentar sacar el mejor partido posible a una mala decisión. Nombrar a un responsable con experiencia en la supervisión de elecciones difíciles sería un comienzo, pero la UE tiene también que defender la independencia de esa misión. Existirán presiones externas e internas para que los observadores se muerdan la lengua e ignoren los flagrantes defectos del proceso electoral. Es necesario resistirse a esto con firmeza.

El momento clave llegará cuando la misión tenga que evaluar formalmente los comicios siguiendo los estándares internacionales y la ley nacional para emitir un rápido veredicto sobre su credibilidad. Una declaración basada en un buen trabajo de investigación y apoyada con datos puede calmar las tensiones postelectorales o reforzar las reclamaciones creíbles de malas prácticas, aumentando la presión para que estas quejas se aborden de modo imparcial. Pero una declaración basada solo en un conocimiento limitado de la situación corre el riesgo de encubrir un proceso lleno de fallos. En Sudán, eso significaría respaldar la inevitable reelección de Al Bashir y socavar aún más la estabilidad del país.

Tanto en su declaración como en el posterior informe más detallado, la misión de observación de la UE tendrá que ofrecer una franca evaluación de todos los fallos de las elecciones. No debería centrarse simplemente en las irregularidades de las votaciones. Tendrán que condenar las desiguales condiciones de partida de los participantes y la manipulación por parte del Partido Nacional del Congreso de los datos sobre población, reparto de los distritos y registro para votar. Dadas las draconianas leyes de seguridad y las restricciones sobre los derechos de los votantes de Darfur, los observadores deberían mirar más allá de las cuestiones técnicas y denunciar el entorno represivo en el que se ha acudido a las urnas.

Y si los partidos de oposición de Sudán al final rechazan las reglas dictadas por Jartum y deciden boicotear las elecciones, la UE debería suspender de inmediato su operación y exigir una revisión de las condiciones en que se celebren los comicios.

Enviar esta misión de observación fue una decisión equivocada. Pero ahora que sigue adelante al menos debe evitar minar la credibilidad internacional de la UE y desestabilizar aún más a un ya frágil Sudán.
 

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