Una estrategia política para la renegociación del Acuerdo
Una estrategia política para la renegociación del Acuerdo
Crimes against the Climate: Violence and Deforestation in the Amazon
Crimes against the Climate: Violence and Deforestation in the Amazon
Op-Ed / Latin America & Caribbean 6 minutes

Una estrategia política para la renegociación del Acuerdo

¿De quién depende la paz?

La semana pasada el equipo negociador del gobierno estuvo en La Habana hablando con las FARC sobre las propuestas de la oposición ganadora del plebiscito. Mientras tanto, el país espera algún pronunciamiento que dé luces sobre la posición de la guerrilla frente a las ideas de los que lideraron el No. 

Seguramente el gobierno tendrá que volver a reunirse con la oposición para conversar sobre lo acordado en Cuba. ¿Cómo reaccionará la oposición? ¿Será la suya una respuesta unificada? ¿Qué ocurre si rechaza las propuestas que lleguen de La Habana? Estas incertidumbres nublan el panorama.

A pesar de todo eso, en este texto me arriesgo a sugerir una manera posible de incluir y conciliar las propuestas de la oposición en un nuevo acuerdo, considerando el factor más importante en este momento: lo político.

El Nobel otorgado a Santos no solamente le da algo de equilibrio a la política doméstica y apoyo al proceso, sino que le exige al presidente llegar a un acuerdo final y lograr el fin de la guerra con las FARC. No obstante la oposición ha intentado hacer creer que, aunque Santos conserva sus facultades para negociar con las FARC, la paz depende de la aprobación de los partidarios del No.

Dada la victoria de la oposición en el plebiscito, y el hecho de que quien maneja mayor poder dentro de ella sigue siendo Álvaro Uribe, se podría argumentar que la paz en efecto depende de su aprobación. Sin embargo, tres hechos muestran que esto no es tan cierto.

  • En primer lugar, el resultado del plebiscito le dio al No una victoria increíblemente estrecha.
     
  • En segundo lugar, por este resultado de la refrendación, la paz se puede alcanzar sin Uribe.
     
  • Finalmente, demasiada presión y exigencia de su parte harán que el expresidente quede como el que bloquea la paz, como el “malo de la película”. Esto implica que se llegará a un límite, a un momento cuando Uribe tendrá que aceptar un nuevo acuerdo que con seguridad no contendrá la totalidad de sus propuestas. Lo mismo aplica para todos los líderes del No.
La oposición ha intentado hacer creer que, la paz depende de la aprobación de los partidarios del No.

Una oposición heterogénea

¿Cuál puede ser este límite? La respuesta a esta pregunta depende de varios factores, como la diversidad de posiciones de los votantes de la oposición. Para algunos, como quienes pertenecen a las iglesias, el tema de la “ideología de género” es el más preocupante. Para otros, los castigos más duros para las FARC, la justicia transicional retributiva, los beneficios políticos que recibirá la guerrilla, el tratamiento legal del narcotráfico y/o la reparación hecha con recursos de las FARC son su mayor preocupación. En este contexto, para la oposición se presentan tres dificultades a raíz de sus propuestas durante la campaña.

  • En primer lugar, una parte de la campaña (aunque realmente no se sabe hasta qué punto) se basó en interpretaciones extremas. Considerando a quienes votaron pensando que el Acuerdo iba a convertir a Colombia en Venezuela, ¿qué es lo que hay que cambiar en el Acuerdo para evitarlo? ¿Cuáles son las propuestas concretas? Esta es un área gris y puede darle espacio de maniobra al gobierno, aunque también podría utilizarse para aumentar el miedo en ciertos sectores de la sociedad dada la situación actual del vecino país.
     
  • En segundo lugar, el hecho de que la oposición ha intentado unirse pero presentó sus propuestas por aparte significa que se puede aplicar presión política fuerte y selectiva sobre los diferentes actores del No. Al incluir, por ejemplo, lo pedido por Andrés Pastrana o por la Iglesia no habrá razón para que estos sigan oponiéndose al nuevo acuerdo, lo cual mina la unidad de la oposición. Y lo más probable es que lo que hayan logrado de unidad hasta ahora se debilite con el tiempo.
     
  • En tercer lugar, y más importante, existe una brecha entre lo importante para quienes votaron por el No y los intereses de las élites políticas que apoyan al uribismo o a los otros representantes del No.

Para explicar este último punto, es útil recurrir a algunos ejemplos. El problema de la tierra es quizás el más claro. Varias de las propuestas del uribismo tienen que ver con proteger a los grandes propietarios frente a la restitución, el fondo de tierras, el catastro y los reclamos fundados de pequeños propietarios. Para la élite rural que apoya al Centro Democrático, y para Uribe mismo, estos son temas fundamentales. Sin embargo, para la población uribista votante –principalmente en las ciudades– este asunto no es 8. Lo clave para ella está en la justicia transicional y en la participación política de la guerrilla.

Decisiones estratégicas

Santos respondió a las posiciones del No clasificándolas en tres grupos: las “razonables”; las “difíciles, pero no imposibles”; y las “inviables”. Aquí se propone organizar estas propuestas según su relevancia política.

Hay que identificar la importancia política de las propuestas según dos criterios: su relevancia para el actor político que la propone y su importancia para la base política de ese actor. Por ejemplo, ¿cuáles son las propuestas fundamentales para Uribe o para la Iglesia y cuáles son fundamentales para sus respectivas bases de votantes? En algunos casos hay diferencias en las respuestas, en otros casos coinciden. Si se hace este análisis para todos los actores en la mesa de la oposición y se organiza la información en una tabla es posible identificar la prioridad que debe darse a la renegociación de cada punto, como se ve a continuación:

Niveles de importancia política y necesidad de renegociación

El Cuadro anterior es una aproximación (por lo demás debatible) que puede ayudar a identificar qué tan necesario es renegociar algunos temas:

  • El tema de la justicia es importante para todos los actores y para todas las bases de votantes, lo cual hace necesario y urgente que se vuelva a negociar en La Habana;
     
  • El tema de género no tiene la misma importancia para todos los actores, pero sí tiene una importancia extrema para las iglesias y su base de votantes, lo cual hace que sea clave abordarlo en la mesa de negociación;
     
  • El asunto de protección de la tierra no es muy importante para las bases de votantes, pero sí para quienes están representando a la oposición frente al gobierno. En este punto no sería tan necesario renegociar pues no habrá mucha presión desde la base por redefinir el tema;
     
  • El ejemplo de la comisión de la verdad es el de un asunto que realmente no hay que tocar.

Hay tres factores más que deben tenerse en cuenta para empezar a pensar en soluciones. El primero es la cantidad de propuestas presentadas por cada representante de la oposición. Algunos, como Ordóñez y la mayoría de las iglesias, proponen relativamente pocas cosas, que por eso se pueden tratar de resolver rápidamente. En la medida que se vayan solucionando se les podría presionar para que se pronuncien a favor de los ajustes y, por lo tanto, del nuevo acuerdo.

En segundo lugar, y relacionado con lo anterior, está el asunto de poner el tiempo a favor de la renegociación. Hay que enfocarse primero en los temas más importantes según la medición propuesta acá e ir agotando las objeciones de los diferentes actores. Si se logran abordar adecuadamente los cambios más importantes de algunos de ellos, los que aún no estén satisfechos estarán bajo más presión para acelerar su aceptación y, por lo tanto, podrán ceder más. Esta es una razón importante para empezar discutiendo el tema de la justicia.

Existe una brecha entre lo importante para quienes votaron por el No y los intereses de las élites políticas.

Finalmente, el tercer factor es de los más difíciles: ¿qué importancia tiene cada tema para las FARC? Frente a algunos temas es relativamente fácil saber, frente a otros no. Y no se sabe hasta qué punto están dispuestos a ceder en los temas más difíciles. Alguna información de prensa señala que muy poco en asuntos como la justicia, la participación política y temas de tierras.

Una comparación del valor de cada tema para la guerrilla con el resultado del Cuadro anterior ayudaría a definir el grado de dificultad de negociación de cada asunto. Considerando esto, es probable que lo más difícil de renegociar sea el bloque de constitucionalidad o la seguridad jurídica.

El tiempo es un factor fundamental para despejar la incertidumbre respecto de la paz. Se espera una solución rápida, pero no es tan claro que se pueda llegar a un acuerdo definitivo tan pronto como se quisiera. Habrá que saber qué es lo mínimo que se debe presentar como nuevo acuerdo al país y a la oposición para que sea aceptado. Y ese límite estará definido exclusivamente por la política.

Subscribe to Crisis Group’s Email Updates

Receive the best source of conflict analysis right in your inbox.