Una Táctica de Alto Riesgo en Venezuela
Una Táctica de Alto Riesgo en Venezuela
Juan Guaido, President of Venezuela's National Assembly, reacts during a rally against Venezuelan President Nicolas Maduro's government. Venezuela January 23, 2019. REUTERS/Carlos Garcia Rawlins
Q&A / Latin America & Caribbean 5 minutes

Una Táctica de Alto Riesgo en Venezuela

El presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Juan Guaidó, se ha declarado presidente interino con el apoyo de varios gobiernos extranjeros. A menos que el ejército venezolano respalde su movimiento, es poco probable que derroque al presidente en ejercicio Nicolás Maduro y podría desencadenar una mayor represión e incluso una intervención militar externa.

¿Qué está pasando en Venezuela?

El 23 de enero, en medio de manifestaciones masivas por parte de la oposición que llevaron a cientos de miles de personas a las calles de la capital venezolana, Caracas, el político de oposición Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional, - actualmente la institución con más legitimidad democrática  en el país, dado que fue elegida en las últimas elecciones libres y justas de Venezuela en 2015 -, anunció que asumía la presidencia de la república, desafiando al presidente Nicolás Maduro, quien fue juramentado para un segundo mandato tan solo dos semanas antes. Después de varios días marcados por asambleas públicas, feroces protestas y un pequeño levantamiento militar contra Maduro, los partidos de oposición en la Asamblea respaldaron la acción de Guaidó. Este fue reconocido inmediatamente como presidente por los EE.UU., Canadá y una docena de otras naciones del hemisferio occidental, incluidos Brasil y Colombia, dejando a Venezuela con dos hombres que reivindican la presidencia.

¿Quién es Juan Guaidó y por qué se proclamó como presidente?

Juan Guaidó es un miembro del parlamento de 35 años del partido de oposición Voluntad Popular. Fue elegido presidente de la Asamblea Nacional el 5 de enero, de conformidad con un acuerdo de la oposición para rotar esta posición entre los diferentes partidos políticos. Su nombre y rostro no eran conocidos para la mayoría de los venezolanos ya que era un miembro de Voluntad Popular de rango relativamente bajo. El líder de este partido, Leopoldo López, está bajo arresto domiciliario; el número dos, Carlos Vecchio fue obligado a exiliarse; y el número tres, Freddy Guevara, por temor a ser arrestado, solicitó asilo en la embajada chilena, dejando al partido en manos de políticos novatos y desconocidos para el público. Pero esto se convirtió en una ventaja para la oposición, cuyos ya hastiados partidarios le dieron la bienvenida a una cara nueva y acudieron asiduamente a las reuniones en apoyo a su plan para un gobierno de transición. Muchos gobiernos en el continente americano consideran que las elecciones del 20 de mayo de 2018, que hicieron que Maduro ganara un segundo mandato, estuvieron gravemente viciadas, y respaldan a la oposición cuando denuncian que éste está usurpando la presidencia. Guaidó, ha declarado el derecho de asumir una presidencia interina, de conformidad con el artículo 233 de la Constitución, que determina que si la Asamblea Nacional decide que el presidente no cumple con sus obligaciones básicas o ha dejado el cargo, el presidente de la Asamblea tiene derecho a asumir el poder temporalmente y declarar elecciones dentro de los 30 días siguientes.

¿Cuál es el posible impacto en la crisis venezolana?

El cálculo de la oposición y sus aliados extranjeros parece ser que al reclamar la presidencia interina, demostrando un apoyo popular masivo en todo el país y entre todos los sectores de la sociedad, incluyendo antiguos aliados del gobierno enfurecidos por la hiperinflación y la escasez de alimentos, y obteniendo un respaldo internacional poderoso, Guaidó forzará una división en el gobierno de Maduro o, quizás de manera más crítica, en las fuerzas armadas. Si elementos del ejército con suficiente poderío rompieran con Maduro, podrían obligarlo a retirarse del poder o a negociar la salida del cargo. En teoría, esto permitiría a Guaidó tomar las riendas del gobierno y convocar nuevas elecciones generales.

Si Maduro retiene el apoyo de las fuerzas armadas, es casi seguro que intentará mantenerse en el poder y derrotar violentamente a quienes lo desafían.

Si bien la situación en Venezuela está en desarrollo, hasta ahora ningún funcionario militar de alto rango o líder de unidades militares ha anunciado su apoyo al gobierno interino de Guaidó. De hecho, el alto mando reiteró su  lealtad a Maduro. Al menos hasta ahora, la división que esperaba la oposición no se ha materializado. Si Maduro retiene el apoyo de las fuerzas armadas, es casi seguro que intentará mantenerse en el poder y derrotar violentamente a quienes lo desafían.

La pregunta es si la oposición o sus partidarios extranjeros tienen un plan de respaldo. Si no es así, - y no hay ninguna señal evidente de que lo tengan-, y si su plan actual no tiene éxito pronto, su posición podría tornarse muy precaria, ya que serán altamente vulnerables a la represión de Maduro. En ese momento, el balón volverá a la cancha de los partidarios extranjeros de Guaidó. Entonces podrían enfrentar el incómodo dilema de hacer poco y parecer impotentes, o de exponerse al desastre interviniendo militarmente.

¿Qué papel juegan los gobiernos extranjeros?

El presidente Trump ha dicho que responsabilizará a Maduro "directamente por cualquier amenaza que pueda presentar para la seguridad del pueblo venezolano". Poco después de que Washington reconociera a Guaidó como presidente, Maduro rompió relaciones diplomáticas con Estados Unidos y ordenó a sus diplomáticos que se retiraran en un lapso de 72 horas. Washington se ha negado a sacarlos, diciendo que solo reconocería las acciones del nuevo gobierno.

La Unión Europea y otros gobiernos latinoamericanos siguen demandando una solución negociada que conduzca a elecciones libres.

Este enfrentamiento plantea la posibilidad de varios escenarios peligrosos. Los partidarios de Maduro o las fuerzas de seguridad podrían organizar un bloqueo a la embajada de los Estados Unidos en Caracas. Maduro también podría poner en evidencia a Washington y reprimir a sus detractores de todos modos, asumiendo que las acciones a tomar solo se limitarán a más sanciones, tal vez incluyendo un embargo de petróleo, y que él puede resistir la presión. Si bien el año pasado el presidente Trump ya había insinuado que una intervención militar extranjera podría sacar a Maduro, no hay señales de que tal intervención sea inminente. Eso podría cambiar dependiendo de la forma como se negocie con los diplomáticos de los Estados Unidos o si el gobierno en ejercicio decide arrestar o perseguir al presunto presidente o disolver la Asamblea Nacional.

Es probable que otros gobiernos del hemisferio que han reconocido a Guaidó sigan el liderazgo de los EE.UU. en la aplicación de más sanciones. Pero la comunidad internacional está lejos de estar unida. Rusia, China, Turquía, Irán y varias naciones latinoamericanas, incluyendo Bolivia, Cuba y Nicaragua, han dado su respaldo a Maduro. Por su parte, la Unión Europea y otros gobiernos latinoamericanos, especialmente México y Uruguay, siguen demandando una solución negociada que conduzca a elecciones libres, aún cuando la UE en particular ha expresado su apoyo a la campaña de la Asamblea para restaurar la democracia en Venezuela.

Este último escenario parece el camino menos peligroso para salir de la crisis. Pero el éxito dependerá en parte de un firme apoyo internacional para crear condiciones de negociación favorables. La UE ha propuesto establecer un Grupo de Contacto, destinado a reunir a los opositores y aliados de Maduro. Este grupo, que debería ser amplio e incluir a los países considerados neutrales, representaría un paso importante en esta dirección. Ya sea que Maduro sea derrocado o no, alcanzar un acuerdo político viable entre sus partidarios y los de Guaidó será crucial para lograr una transición pacífica y sostenible. Esto es especialmente importante teniendo en cuenta la presencia de numerosos actores armados estatales y no estatales en suelo venezolano y la urgente necesidad de estabilizar una economía en colapso.

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