Police search the area during an attack by armed gangs in the Carrefour Feuille neighbourhood of Port-au-Prince, Haiti, November 10, 2022.
Police search the area during an attack by armed gangs in the Carrefour Feuille neighbourhood of Port-au-Prince, Haiti, November 10, 2022. Richard Pierrin / AFP
Briefing / Latin America & Caribbean 20+ minutes

El último recurso de Haití: las pandillas y la perspectiva de una intervención extranjera

Las bandas criminales están causando estragos en Haití, lo que ha llevado a la opinión pública a aceptar la idea de una fuerza internacional que ayudaría a restaurar la seguridad. Los poderes extranjeros deberían organizar esta misión solo en caso de contar con un apoyo sólido por parte de los políticos del país, y con sus promesas de conformar un gobierno de transición. 

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¿Qué hay de nuevo? Violentas pandillas han aprovechado la oportunidad que presenta la prolongada crisis política de Haití para tomarse el control de gran parte del país, paralizando su economía. Ante el resurgimiento del cólera, el gobierno haitiano le ha solicitado a la ONU y a sus socios extranjeros que desplieguen una fuerza de seguridad pública para hacer retroceder a las pandillas.

¿Por qué importa? Décadas de intervenciones extranjeras en Haití han provocado renuencia en el país y en el extranjero para contemplar una misión de seguridad pública. Los riesgos operativos y la división política del país también han frenado a los extranjeros para un posible despliegue, pero numerosas entrevistas sugieren que el apoyo popular está aumentando, especialmente en áreas bajo el control de las pandillas.

¿Qué se debe hacer? El colapso del Estado haitiano y la gravedad de la emergencia humanitaria justifican preparar una misión. Pero su despliegue debe estar condicionado a una planificación adecuada para operar en áreas urbanas y al apoyo de las principales fuerzas políticas haitianas, que incluya su firme compromiso para trabajar conjuntamente en la creación de un gobierno de transición legítimo.

I. Panorama general

Las potencias extranjeras están considerando la posibilidad de desplegar una fuerza de seguridad pública en Haití, ante la violencia desenfrenada provocada por las pandillas y el estancamiento político de alto nivel, que precipitan al país hacia una catástrofe. Compuestas en su mayoría por hombres jóvenes de áreas urbanas pobres, las pandillas han ampliado enormemente sus filas e influencia en los últimos años. Tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio de 2021, las pandillas aprovecharon el vacío generado por una disputada línea de sucesión política para obtener aún más poder. Anteriormente dependientes de patrocinadores, estos grupos han ganado autonomía, adquirido arsenales de mayor calibre, ampliado su huella territorial, intensificado sus demandas políticas, y se han vuelto cada vez más temerarios en el combate frontal contra las fuerzas de seguridad. A pesar del temor de los haitianos de que se repitan los errores del pasado, es posible que sea necesaria una intervención extranjera para acabar con el control de las pandillas sobre el país. Pero estas fuerzas deben estar preparadas para operar en áreas urbanas densamente pobladas y no deben ser desplegadas hasta que una masa crítica de las principales fuerzas políticas del país se comprometa a apoyar la misión y trabajar conjuntamente para crear un gobierno de transición legítimo.

En todo el país, las pandillas han montado una ofensiva destinada a tomar el control de vías y centros cruciales para el flujo de mercancías, incluidos mercados, puertos y carreteras principales, lo que ha desatado olas de disturbios. La capital, Puerto Príncipe, hogar de casi un tercio de los 11,5 millones de habitantes de Haití, ha visto la mayoría de sus conexiones con el resto del país bloqueadas por tiroteos entre bandas rivales que compiten por el control de sus principales vías de acceso. Tras un alarmante aumento en la violencia causado por enfrentamientos entre dos coaliciones rivales de pandillas en las afueras de la capital entre mayo y julio, los cuales causaron la muerte de casi 500 personas, en su mayoría civiles, las protestas estallaron en varias ciudades. Los manifestantes protestaron en contra de la ineficaz respuesta del Estado a la ofensiva de las pandillas, que ha hecho aún más difícil subsistir en medio de la creciente inflación y la escasez de combustible. Las protestas se intensificaron después de que el primer ministro interino, Ariel Henry, anunciara drásticos recortes a los subsidios al combustible el 11 de septiembre, lo que paralizó varias ciudades.

Un día después de este anuncio, una de las dos coaliciones de pandillas que operan en la capital, el G9 an Fanmi e Alye, también conocido como G9, bloqueó la principal terminal petrolera del país. Jimmy “Barbecue” Chérizier, el expolicía que ha liderado el G9 desde su formación a mediados de 2020, dijo que el grupo mantendría el bloqueo hasta que Henry renunciara como primer ministro. La escasez de combustible generada y sus efectos colaterales en el sistema energético nacional, que depende casi por completo de productos derivados del petróleo, paralizaron el país.

Para agravar las condiciones del país, el cólera reapareció en octubre, evocando el terrible brote de 2010 que se ha atribuido a la fuerza de la ONU que entonces se encontraba en Haití. La mayoría de los casos sospechosos se encuentran en barrios marginales de la capital bajo el control de las pandillas. El limitado acceso a agua potable, las interrupciones en el flujo de artículos de primera necesidad, los bloqueos de ayuda humanitaria y las dificultades que enfrentan los centros médicos, tal como la falta de combustible, han generado un terreno fértil para la transmisión de esta letal enfermedad. A pesar de que pocas personas están viajando, el cólera ya ha llegado a nueve de los diez departamentos de Haití, con casi 15 000 casos sospechosos y cerca de 300 muertes; es probable que el número real de casos sea sustancialmente mayor.

El gobierno de Haití solicitó una misión internacional de urgencia.

Incapaz de contener estas crisis entrelazadas y cada vez más intensas, el gobierno de Haití solicitó una misión internacional de urgencia. Henry hizo una primera solicitud oficial el 7 de octubre a los socios extranjeros, pidiéndoles el despliegue inmediato de una fuerza armada especializada para enfrentar a las pandillas. Conscientes de la historia de intervenciones fallidas del país, muchos haitianos expresaron su oposición en las calles y redes sociales. Pero ha surgido apoyo para el plan en algunos sectores, dado que reconocen que las tropas extranjeras podrían ser indispensables para cualquier regreso a la seguridad y la normalidad.

Mientras tanto, las condiciones de seguridad han mejorado ligeramente en las últimas semanas. Luego de dos días de enfrentamientos, y en medio de rumores de negociaciones entre el gobierno y las pandillas para aliviar el bloqueo de la terminal petrolera, el 3 de noviembre las autoridades haitianas anunciaron que las fuerzas de seguridad habían recuperado el control del puerto. Poco después se reanudó la distribución de combustible en la capital, pero las pandillas aún controlan las principales carreteras hacia el norte y el sur, y obstruyen el suministro a otras regiones.

A pesar de este pequeño respiro del dominio de las pandillas, la demanda por una misión internacional en Haití continúa. Los funcionarios del gobierno insisten en que la policía nacional no puede detener la violencia de las pandillas por sí sola. Afirman que la policía necesita el apoyo de fuerzas extranjeras para recuperar el control de las calles y garantizar que la ayuda humanitaria llegue a quienes la necesitan. Aunque no todos los haitianos están de acuerdo, docenas de entrevistas realizadas por Crisis Group en Puerto Príncipe sugieren que un número cada vez mayor de ellos, en particular en las zonas asoladas por la violencia, ven en la perspectiva de una intervención una opción para acabar de una vez por todas con el control de las pandillas, que amenaza sus vidas.

Dicho esto, muchos grupos políticos y de la sociedad civil haitianos expresan graves dudas. Consideran que la misión propuesta constituye un vestigio de la dependencia colonial y una posible repetición de las impopulares operaciones extranjeras del pasado. También les preocupa que la llegada de fuerzas internacionales le permita a Henry reforzar lo que ven como su control ilegítimo del poder. Henry es primer ministro interino desde julio de 2021, cuando poco después del asesinato de Moïse recibió la bendición de potencias extranjeras, en particular de los miembros del Core Group, un organismo informal compuesto por representantes de la ONU y la Organización de los Estados Americanos, así como los embajadores de EE. UU., Canadá, Francia, Brasil, Alemania, España y la UE. Sus adversarios lo presentan como un obstáculo para resolver las divisiones políticas, la corrupción y la violencia del país. Temen que la muestra de apoyo que supondría el despliegue de tropas o policías extranjeros le permita eludir las negociaciones con la oposición para restaurar la estabilidad política o allanar el camino para unas nuevas elecciones. En su opinión, el paso más importante para fortalecer la seguridad sería la salida de Henry.

En este contexto, las perspectivas de intervención siguen en el aire, y los socios extranjeros de Haití se debaten entre dudas fundamentales sobre si intervenir o no y, en caso afirmativo, cómo hacerlo. Si la gravedad de la emergencia humanitaria convence a los gobiernos extranjeros de seguir adelante con estos planes para evitar una mayor pérdida de vidas, deben seguir una serie de principios rectores para asegurarse de que una eventual misión pueda cumplir sus objetivos. El más importante es garantizar que tanto el gobierno como una cantidad suficiente de líderes de la oposición estén de acuerdo con los términos básicos del mandato de la misión para mitigar cualquier reacción violenta. Como condición previa adicional, Henry y la oposición deben comprometerse firmemente con un proyecto de gobierno de transición que pueda trazar el camino hacia unas nuevas elecciones, comenzar la tarea de reconstruir el Estado y ofrecer los servicios que tanto necesitan los ciudadanos. Los Estados extranjeros involucrados en la planeación de la misión deben exhortar a todas las partes a alcanzar dicho acuerdo.

Un plan integral de ayuda internacional también debe incluir una serie de medidas adicionales para abordar las décadas de deterioro e inestabilidad institucional de Haití.

Cualquier misión también debe contar con personal suficiente y debidamente equipado, así como con una sólida planificación operativa. Esto último será esencial si el objetivo es liberar arterias económicas y urbanas vitales, debilitar las conexiones entre los pandilleros y sus redes de apoyo, y evitar perjudicar a los civiles o violar los derechos humanos. La amenaza de una intervención armada extranjera debe aprovecharse para inducir a las pandillas a rendirse, y las autoridades haitianas deben estar listas para ofrecer vías de desmovilización y reintegración a una sociedad respetuosa de la ley para aquellos pandilleros que opten por esta vía. Por último, un plan integral de ayuda internacional también debe incluir una serie de medidas adicionales para abordar las décadas de deterioro e inestabilidad institucional de Haití.

Los obstáculos que se interponen en el camino del establecimiento de la misión propuesta y su eventual éxito hacen comprensible que tantos haitianos y socios internacionales tengan dudas al respecto. Pero la magnitud y velocidad del violento colapso del país bien pueden requerir una respuesta extraordinaria. Para que cualquier misión tenga alguna esperanza de someter a las pandillas, las fuerzas políticas haitianas y los grupos de la sociedad civil deben, como cuestión prioritaria, promover un amplio respaldo y garantizar que cuente con la legitimidad necesaria para llevar a cabo complejas operaciones en terreno hostil.

Terminal de Varreux y sus instalaciones de almacenamiento de combustible, que suponen el 70% de la capacidad de almacenaje de petróleo del país, y que fueron bloqueadas durante dos largos periodos en 2021 y 2022 por la coalición de pandillas G9. CRISIS GROUP/ Diego Da Rin

II. Contemplando una fuerza de acción rápida

El gobierno haitiano solicitó la ayuda de una fuerza externa para liberar al país de las garras de las pandillas después de años de creciente violencia criminal, que culminó con la toma del control de la principal terminal petrolera del país por parte de la mayor coalición de pandillas. El poder de las pandillas creció notablemente bajo el mandato del difunto presidente Moïse. Una serie de investigaciones independientes encontró que su gobierno colaboró con redes criminales para reprimir grandes protestas que exigían su renuncia. Desde el asesinato aún sin resolver de Moïse en julio de 2021, las pandillas han ganado incluso más influencia[1].


[1] Ver informe breve de Crisis Group sobre América Latina y el Caribe N°44, Haití: un camino hacia la estabilidad para una nación en shock, 30 de septiembre de 2022. Después de que Moïse anunciara un aumento en el precio del combustible en julio de 2018, su administración se vio sacudida por repetidas oleadas de manifestaciones masivas. Varias organizaciones extranjeras de derechos humanos y centros de investigación documentaron al menos tres masacres en La Saline, Bel-Air y Cité Soleil, todos estos barrios de Puerto Príncipe. Estas masacres fueron presuntamente perpetradas por pandillas, en colaboración con policías haitianos, con el fin de disolver las manifestaciones. Ese noviembre, el Departamento del Tesoro de EE. UU. sancionó a dos altos funcionarios cercanos a Moïse por participar en la planificación de la masacre de La Saline y proporcionar las armas utilizadas para ejecutarla. Ver “Killing with Impunity: State-Sanctioned Massacres in Haiti”, Harvard Law School International Human Rights Clinic y Observatoire haïtien des crimes contre l’humanité, abril de 2021; “Treasury Sanctions Serious Human Rights Abusers on International Human Rights Day”, Departamento del Tesoro de EE. UU., 10 de diciembre de 2020.

A. Solicitud de Haití

En los últimos dos años, se calcula que más de 200 pandillas que operan en el país se han ido alejando cada vez más de sus bastiones históricos en barrios marginales para ocupar zonas cruciales para el funcionamiento de la economía nacional y del sistema judicial. Los enfrentamientos armados provocados por su expansión llegaron a nuevos niveles en junio de 2021, cuando los combates en el barrio de Martissant entre tres bandas cortaron el paso por la principal carretera que une a Puerto Príncipe con el sur. Aunque la policía intentó restablecer el control de la zona, las incursiones de las pandillas bloquearon progresivamente las principales rutas de acceso a la capital desde el norte y el este[1].

La parálisis se agravó aún más en septiembre cuando, apenas unas horas después de que Henry anunciara un drástico y repentino aumento en los precios del combustible, pandillas afiliadas a la coalición G9 iniciaron el bloqueo de la terminal de Varreux, en el extremo norte de Puerto Príncipe, la cual concentra el 70 por ciento de la capacidad de almacenamiento de petróleo del país[2]. Aunque la policía ha realizado una serie de operaciones exitosas contra las pandillas, incluida la liberación de la terminal de Varreux y sus instalaciones de almacenamiento de combustible casi dos meses después de que iniciara el bloqueo, la policía haitiana, con su nueva unidad antipandillas, se ha visto en apuros para contener la violencia que ha proliferado en la capital y más allá[3].

Los primeros casos sospechosos del nuevo brote de cólera surgieron en dos zonas de Puerto Príncipe controladas por pandillas, lo que llevó al gobierno de Henry a solicitar en octubre el “despliegue inmediato de una fuerza armada especializada” para combatir la violencia de las pandillas y contrarrestar sus efectos humanitarios[4]. Poco tiempo después, el secretario general de la ONU, António Guterres, envió una carta al Consejo de Seguridad proponiendo el despliegue de una “fuerza de acción rápida” para reforzar la campaña antipandillas de la Policía Nacional de Haití, destacando la urgente necesidad de brindar seguridad a los esfuerzos de asistencia para las víctimas del brote de cólera[5]. La propuesta enfatizó que la fuerza sería temporal (EE. UU. ha dicho que duraría seis meses); autónoma del mando de la ONU, en caso de ser necesario; y limitada a garantizar el acceso público a servicios básicos, así como el uso seguro de carreteras, puertos, aeropuertos y terminales de hidrocarburos clave. La fuerza se retiraría una vez que las fuerzas de seguridad haitianas recuperen el control de la infraestructura crítica, y sería sustituida por una misión de apoyo a la policía nacional[6].

En una reunión especial del Consejo de Seguridad celebrada el 17 de octubre, las delegaciones de EE. UU. y México anunciaron que estaban redactando dos resoluciones para abordar la inseguridad en Haití. La primera, adoptada por unanimidad en una segunda reunión cuatro días después, preveía sanciones contra los líderes de pandillas y sus patrocinadores, incluyendo la congelación de activos, la prohibición de viajes y el embargo de armas. Aunque estas sanciones sólo se impondrán a partir de principios de 2023, cuando un grupo de expertos que asesora al Consejo establezca quiénes serán los destinatarios (en este momento sólo se incluye al líder de pandilla Chérizier), EE. UU. y Canadá ya han adoptado sus propias sanciones contra varios de los políticos más poderosos de Haití, entre ellos el expresidente Michel Martelly, dos exprimeros ministros y dos presidentes del Senado, así como tres miembros destacados de la élite empresarial haitiana.

El segundo proyecto de resolución elaborado conjuntamente por EE. UU. y México es mucho más ambicioso en escala, aunque hasta el momento no se ha presentado al Consejo de Seguridad. Propone una “misión independiente de la ONU dirigida por un país socio con la profunda experiencia necesaria para que tal esfuerzo sea efectivo”[7]. De acuerdo con los términos de la solicitud de Henry y la propuesta escrita del secretario general de la ONU, el objetivo inicial sería restaurar la seguridad para permitir que la ayuda humanitaria fluya libremente. El subsecretario de Estado de EE. UU. para Asuntos del Hemisferio Occidental, Brian Nichols, manifestó a fines de octubre que la misión bajo consideración “sería en gran medida una fuerza policial con un componente militar”[8].


[1] Una ruta alternativa hacia el sur, que atraviesa un área conocida como Laboule 12, usada para evitar el paso por Martissant, está siendo objeto de ataques cada vez más intensos por parte de una banda dirigida por Carlo Petit-Homme, también conocido como “Ti Makak”. La vía nacional 1, que conecta a la capital con el norte, está cada vez más bloqueada en Canaan y Cabaret por Village-de-Dieu y otras pandillas. La carretera principal que une a Puerto Príncipe con República Dominicana está controlada por las pandillas 400 Mawozo y Kraze Barye.

[2] Anteriormente, el G9 bloqueó la terminal de Varreux entre el 17 de octubre y el 12 de noviembre de 2021, la primera vez que las pandillas tomaron el control total del puerto durante un período prolongado. Tanto en 2021 como en 2022, Chérizier puso como condición para levantar el bloqueo la renuncia de Henry como primer ministro. En 2021, el G9 se retiró de las instalaciones portuarias luego de negociaciones con funcionarios haitianos en las que se les concedieron beneficios que nunca se hicieron públicos.

[3] En su último informe sobre la Oficina Integrada de la ONU en Haití (BINUH), la oficina del secretario general de la ONU señaló que la policía ha realizado operativos contra las pandillas, pero también que la violencia ha aumentado en la capital y se ha extendido a otras regiones. “Oficina Integrada de las Naciones Unidas en Haití Informe del Secretario General”, 13 de octubre de 2022, p. 4. Desde el 10 de junio, la banda dirigida por Johnson André, alias “Izo 5 Secondes”, ocupa el Tribunal de Primera Instancia en el centro de Puerto Príncipe. Esta misma banda se ha aliado en los últimos meses con otros grupos armados que operan en la periferia norte de la capital, y a principios de octubre tomó el control de Puerto Lafito, uno de los puertos privados más importantes del país.

[4] Dos de los tres primeros casos de cólera registrados el 2 de octubre se produjeron en el barrio Brooklyn de Cité Soleil, el cual se encuentra bajo el control de la pandilla liderada por Gabriel Jean Pierre, alias “Ti Gabriel”, quien conformó una coalición de pandillas para combatir a las agrupadas bajo el G9. El otro caso se detectó en Savane Pistache, ubicado en una vía alterna utilizada para evitar el paso por Martissant; un lugar estratégico para la extorsión, cuyo control se disputan al menos tres bandas.

[5] En la carta no se excluye por completo el regreso de una misión de mantenimiento de la paz, señalando que sería un último recurso en caso de que las potencias exteriores no actuaran con prontitud. “Carta de fecha 8 de octubre de 2022 dirigida a la Presidencia del Consejo de Seguridad por el Secretario General, 8 de octubre de 2022.

[6] El secretario general establece dos opciones a mediano plazo en su carta luego de la retirada de la fuerza de acción rápida: una fuerza multinacional de policía destinada a mejorar las “capacidades tácticas y operativas” de la policía haitiana o un conjunto de “unidades policiales especiales bien equipadas” procedentes de varios países para trabajar con sus homólogos haitianos en las operaciones. Ibid.

[7] Comentarios de la embajadora Linda Thomas-Greenfield en una sesión informativa del Consejo de Seguridad de la ONU sobre Haití, 17 de octubre de 2022.

[8]Special Briefing: The Secretary’s Upcoming Travel to Canada”, Departamento de Estado de EE. UU., 26 de octubre de 2022.

B. Reacciones en Haití

Las primeras reacciones de muchos haitianos ante la propuesta de invitar a tropas extranjeras para luchar contra las pandillas del país fueron abrumadoramente negativas. Muchos políticos y figuras públicas se apresuraron a condenar el plan por considerarlo reminiscente de las intervenciones coloniales, y reiteraron que el país necesita una “solución liderada por Haití”[1]. El grupo del Acuerdo de Montana, la principal coalición opositora, expresó que “la historia nos enseña que ninguna fuerza extranjera ha resuelto jamás los problemas de ningún pueblo en la tierra”[2]. Los críticos también afirmaron que Henry, como primer ministro interino, no tenía capacidad legal para pedir ayuda extranjera[3].


[1]Haitians want a ‘Haitian-led solution’”, Politico, 4 de noviembre de 2022.

[2] Tweet del Bureau de Suivi de l’Accord de Montana, 10:15 am, 8 de octubre de 2022.

[3] “Henry no tiene ningún mandato. No hubo una carta de nombramiento; no juró ante el Congreso. Está ahí porque la comunidad internacional lo puso ahí. Alguien sin mandato, ilegítimo, un autócrata, pide una intervención extranjera. Hay algo intrínsecamente incorrecto en esto”. Entrevista telefónica de Crisis Group, miembro del Acuerdo de Montana, 25 de octubre de 2022.

“Abajo la BINUH en Haití”, “Abajo Madame Lalime”. Grafitis cerca de de la Oficina Integrada de la ONU en Haití, la misión política especial de la ONU liderada por Helen La Lime, que trabaja en Haití desde octubre de 2019. Nov 2022. Puerto Príncipe, Haití. CRISIS GROUP/ Diego Da Rin

También surgió resistencia contra la propuesta por parte de ciudadanos, muchos de los cuales resienten una historia de intromisión extranjera que afirman ha hecho poco para mejorar sus vidas[1]. A finales de octubre una multitud se tomó las calles de Puerto Príncipe, coreando: “¡Abajo el primer ministro! ¡Abajo la ocupación!”[2].

No fueron pocos los críticos fuera de Haití que también descalificaron la propuesta. Un medio de comunicación estadounidense señaló que “bajo las condiciones actuales, cualquier intervención militar extranjera podría causar más daño que bien”, mientras que un exenviado de EE. UU. a Haití advirtió que una incursión militar extranjera en un terreno tan complicado podría resultar en un baño de sangre[3].


[1] Informe breve de Crisis Group, Haití: un camino hacia la estabilidad para una nación en shock, op. cit. Una encuesta de opinión realizada a principios de 2022 reveló una percepción más matizada del papel de la ONU, lo que posiblemente refleja que la MINUSTAH, la misión de mantenimiento de la paz que operó en Haití entre 2004 y 2017, tuvo cierto éxito en la reducción de las actividades de las pandillas. El 12 por ciento de los encuestados tenía una opinión muy favorable de la ONU, y el 27 por ciento tenía una impresión favorable, mientras que el 20 por ciento tenía una opinión desfavorable. Los encuestados también apoyaron la participación de la ONU en la respuesta a los conflictos, la lucha contra la violencia de género, la organización de elecciones y la reducción de la corrupción. Encuesta sobre Haití realizada por Sociodigital Research Group entre el 19 de febrero y el 18 de marzo de 2022, con 1023 encuestados, compartida con Crisis Group.

[2] “Many people in Haiti are actively resisting international intervention”, KPCC (Radio Pública del Sur de California), 27 de octubre de 2021.

[3] “Sending troops to Haiti would make a bad situation worse”, Bloomberg, 11 de noviembre de 2021; “Haitians have united against foreign intervention – and one former US diplomat agrees”, The New Republic, 12 de octubre de 2021.

Más haitianos han empezado a pronunciarse a favor de una misión extranjera.

Pero, al menos en Haití, parte de la oposición inicial parece haber disminuido. Poco a poco, y con cierta reticencia, cada vez más haitianos han empezado a pronunciarse a favor de una misión extranjera, aunque muy pocos respaldan sin reservas el despliegue de tropas extranjeras en suelo haitiano. Un número creciente de grupos de la sociedad civil ha empezado a insistir en que los socios internacionales deben ayudar a las autoridades nacionales a enfrentar la emergencia humanitaria, argumentando que la prioridad debe ser la lucha contra las bandas que obstaculizan el flujo de artículos de primera necesidad y asistencia médica[1]. Al mismo tiempo, incluso muchos partidarios de la intervención advierten que no será una solución a largo plazo para las condiciones que generan la creciente violencia de pandillas[2].

La desesperación ante las agudas crisis en la política, seguridad, economía y ahora la salud del país, todas relacionadas de alguna manera con las pandillas, parece estar llevando a algunos ciudadanos a reconsiderar su oposición a la intervención. Varios de los entrevistados en Puerto Príncipe, que ahora respaldan la idea, establecieron una conexión directa entre los enfrentamientos de las pandillas en la empobrecida comuna de Cité Soleil en Puerto Príncipe en julio y el resurgimiento del cólera. Los casos comenzaron a aparecer en el barrio Brooklyn de Cité Soleil, que se ha visto privado incluso de los servicios de saneamiento más básicos desde que quedó aislado por los combates en julio[3]. Desde este barrio, la enfermedad se propagó al resto de Cité Soleil y Puerto Príncipe, que ahora representa más de la mitad de los casos sospechosos del país. Como los bloqueos de las principales carreteras han impedido el transporte de suministros médicos, algunos casos en el resto del país no han recibido tratamiento[4].

El cólera no es la única emergencia humanitaria desatendida. Muchos funcionarios humanitarios internacionales han abandonado el país debido a las terribles condiciones de seguridad en los últimos meses. Como consecuencia, las personas sobrevivientes de violencia sexual tienen menos acceso a atención de urgencia, como tratamientos para prevenir el contagio de VIH, enfermedades de transmisión sexual o embarazos no deseados y procedimientos urgentes para atender graves lesiones traumáticas generadas por violaciones colectivas[5].

Varios residentes de Puerto Príncipe defendieron la propuesta del despliegue de una fuerza extranjera por una creciente sensación de desesperanza. “Los bandidos andan por toda la ciudad sin que la policía pueda hacer nada, y esto pasa a la vista de todos”, dijo un líder de la sociedad civil[6]. Hay una preocupación generalizada por la forma en que las pandillas recurren a la violencia sexual contra mujeres, miembros de la comunidad LGBTQI+ y, en menor medida, hombres heterosexuales, para afirmar su poder en los barrios que controlan, coaccionar a quienes se resisten a sus órdenes y humillar a sus oponentes, entre otros motivos. Organizaciones de derechos humanos han denunciado que las pandillas utilizan la violación colectiva de niños de incluso diez años, así como de mujeres, para castigar e intimidar a la población[7]. Muchos padres se niegan a que sus hijos salgan de casa por miedo a lo que pueda ocurrirles[8].


[1] El presidente de la Asociación de Farmacéuticos de Haití manifestó que la ineficacia de la policía para enfrentar a los grupos armados hace necesaria la intervención extranjera. “Des acteurs de la société civile lancent un appel au calme et à la bonne gouvernance”, Le National, 26 de octubre de 2022. En su informe más reciente, el Centro de Análisis e Investigación de los Derechos Humanos (CARDH) declaró que la crisis humanitaria y las violaciones sistemáticas de los derechos humanos en Haití obligan a las partes externas a intervenir, pero que cualquier intervención debe abordar cuestiones de gobernabilidad y corrupción. “Régimes de sanctions des États-Unis, du Canada et du Conseil de sécurité pour contenir la criminalité en Haïti”, CARDH, noviembre de 2022.

[2] El director de la Red Nacional de Defensa de los Derechos Humanos de Haití, Pierre Espérance, afirmó que el despliegue de una fuerza armada internacional traería sólo cambios cosméticos sin aportar una solución real a los problemas de gobernabilidad, impunidad y corrupción del país. Entrevista de Crisis Group, Puerto Príncipe, 30 de noviembre de 2022.

[3] Una persona con un amplio conocimiento de Cité Soleil le dijo a Crisis Group que, desde los enfrentamientos de julio, los residentes del barrio Brooklyn han tenido un acceso extremadamente limitado a agua potable y purificación de agua. Dependen de pozos llenos de agua contaminada. Otra persona que conoce bien la zona agregó que los enfrentamientos de julio coincidieron con fuertes lluvias. Con la acumulación de basura en un canal que se extiende entre los barrios Brooklyn y Bois Neuf, donde parte de la basura de Puerto Príncipe se vierte al mar, se produjeron inundaciones masivas y las aguas residuales se desbordaron en la zona. Entrevistas de Crisis Group, Puerto Príncipe, noviembre de 2022. Para obtener más detalles sobre los enfrentamientos en Cité Soleil, ver Diego Da Rin, “New Gang Battle Lines Scar Haiti as Political Deadlock Persists”, comentario de Crisis Group, 27 de julio de 2022.

[4] “Hasta el año pasado, la policía seguía prestando cierto apoyo a la seguridad de los convoyes humanitarios, pero ya no tiene capacidad para hacerlo”. Entrevista de Crisis Group, trabajador de asistencia internacional, Puerto Príncipe, 25 de noviembre de 2022.

[5] Entrevista de Crisis Group, trabajador de asistencia internacional, Puerto Príncipe, 25 de noviembre de 2022. Sexual Violence in Port-au-Prince: A Weapon Used by Gangs to Instill Fear”, BINUH/OHCHR, octubre de 2022.

[6] “La situación es extremadamente grave. … La pregunta es si hoy Haití ha cruzado el umbral del deber de intervención. Creemos que sí. No somos ingenuos: una intervención armada no resolverá la situación. Pero para detener la espiral de violencia se necesita una fuerza multinacional”. Entrevista de Crisis Group, Samuel Madistin, presidente de Fondation Je Klere, Puerto Príncipe, 22 de noviembre de 2022.

[7] Sexual Violence in Port-au-Prince: A Weapon Used by Gangs to Instill Fear”, op. cit.

[8] “[Es] una tontería pensar que el diésel está cerrando escuelas. El secuestro es la principal razón para quedarse en casa, seguido del precio del transporte, seguido del hambre”. Correspondencia de Crisis Group, trabajador de asistencia humanitaria, Puerto Príncipe, octubre de 2022.

La mayoría de las personas que viven en ... zonas sin ley apoyaría una misión capaz de derrotar a las pandillas.

El respaldo a un despliegue extranjero parece particularmente alto en las zonas más afectadas por la violencia de pandillas. Reflexionando sobre los riesgos de que se produzcan tiroteos entre tropas extranjeras y pandillas en su barrio, un residente de una zona controlada por grupos armados afirmó: “Sin duda morirán personas, pero menos de las que mueren día tras día”[1]. Un miembro de una organización de la sociedad civil haitiana enfatizó que la mayoría de las personas que viven en las zones de non-droit (zonas sin ley) apoyaría una misión capaz de derrotar a las pandillas[2]. Los habitantes de Cité Soleil y otras áreas controladas por pandillas también mostraron su impaciencia con las élites políticas que se oponen al despliegue de tropas extranjeras: “Hay que ver cuál es el estatus social de la gente que se opone a la intervención armada y dónde viven. En estas zonas [bajo control de pandillas], prefieren una intervención que estaría lejos de ser perfecta, pero que al menos permitiría cierta seguridad”[3].

Los residentes y las empresas también citan razones económicas para justificar la presencia de tropas extranjeras. Las principales asociaciones empresariales de Haití manifestaron en un comunicado que “comprenden y apoyan la difícil pero responsable decisión del gobierno haitiano de solicitar algún tipo de apoyo humanitario robusto a los amigos de la comunidad internacional... ya que la policía nacional haitiana, a pesar de todos sus esfuerzos, no ha podido enfrentar por sí sola las destructivas acciones de las pandillas”[4].


[1] “El 95 por ciento de las personas que realmente sufren están esperando esto. Los que no lo quieren son políticos que quieren seguir con sus artimañas, o son grandes ideólogos nacionalistas a los que no les importa si sus hermanos y hermanas se están muriendo”. Entrevista de Crisis Group, Puerto Príncipe, 22 de noviembre de 2022.

[2] “Todos los días secuestran personas. A veces secuestran a 100 personas en un fin de semana y, aunque la policía sepa dónde están retenidas, no se puede intervenir para liberar a los rehenes. Si secuestran a alguien, su familia tiene que endeudarse y gastar el dinero de 30 años de trabajo para pagar el rescate. Se cometen crímenes increíbles contra los policías, a veces incluso dentro de las estaciones de policía. Se graba a mujeres siendo violadas en la calle, las pandillas publican los vídeos en redes sociales para humillarlas aún más, y la policía no puede intervenir”. Entrevista de Crisis Group, Puerto Príncipe, 22 de noviembre de 2022.

[3] “Ante la ausencia del Estado, las pandillas se han convertido en los protectores de la población local. Pero si llega una fuerza legal, el 80 por ciento de los que viven en estas zonas la apoyarían, porque la situación es realmente insoportable”. Entrevista de Crisis Group, Puerto Príncipe, noviembre de 2022.

[4] “Le secteur privé supporte les demandes d’aide sécuritaire et sanitaire du gouvernement Henry”, Le Nouvelliste, 15 de octubre de 2022. En reuniones privadas, los empresarios gravemente afectados por las pandillas expresan su apoyo de una manera menos sutil. “Aunque han perdido el control de la terminal de Varreux, las pandillas siguen siendo extremadamente agresivas. Ayer, el G9 secuestró siete contenedores en el bulevar La Saline en la parte baja de Delmas. El año pasado, las pandillas secuestraron al menos 200 contenedores. En el puerto de Puerto Príncipe, unos veinte guardias portan escopetas calibre doce, y no hay ningún tipo de protección policial, mientras que las pandillas disponen de armamento pesado hecho para la guerra. No hay forma de resolver este problema con nuestras fuerzas haitianas. Estamos absolutamente a favor de una misión militar”. Entrevista de Crisis Group, Puerto Príncipe, 22 de noviembre de 2022.

Un camión de las empresas privadas que realizan la mayoría de la distribución de agua en la capital y que no pueden entrar a ciertas áreas por los enfrentamientos persistentes entre pandillas rivales. Nov 2022. Puerto Príncipe, Haití. CRISIS GROUP/ Diego Da Rin

III. Desafíos operativos

Las fuerzas internacionales especializadas podrían proporcionar el apoyo que muchos haitianos consideran que la policía necesita para enfrentar el aumento de la artillería de las pandillas, las cuales se han valido del tráfico de armas para obtener grandes cantidades de municiones y armas de alto calibre[1]. Al mismo tiempo, la perspectiva de intensos enfrentamientos en áreas urbanas densamente pobladas, donde es difícil distinguir a los pandilleros de los civiles, plantea muchos desafíos operativos. Una estrategia basada en objetivos concretos para lograr en coordinación con la policía haitiana, causando el menor daño colateral posible, será fundamental para el éxito de cualquier posible misión.

Entre los objetivos de seguridad a corto plazo de cualquier misión, el más urgente y quizás el más desafiante será acabar con los bastiones de las pandillas como Cité Soleil, donde las incesantes guerras territoriales han elevado la inseguridad alimentaria a los niveles más graves jamás registrados en Haití[2]. Si se ejecuta una operación de este tipo, será esencial prever y gestionar los riesgos que implica el uso de la fuerza armada en entornos urbanos densamente poblados. Las pandillas haitianas han atacado cada vez más a los civiles en sus enfrentamientos con grupos rivales, recurriendo al asesinato, la violación y la destrucción de viviendas en un intento por obligar a los residentes a colaborar en su campaña para apoderarse del territorio[3]. Estas tácticas sugieren que las pandillas podrían intentar coaccionar o cooptar a los civiles para que les ayuden a defenderse de las acciones policiales[4].


[1] Representantes de dos sindicatos de la Policía Nacional de Haití señalaron que existe una gran disparidad en el calibre de las armas utilizadas por la policía y las pandillas. Según ellos, estas últimas tienen armas que pueden perforar los vehículos blindados utilizados por las unidades especiales de la policía en operaciones antipandillas. Entrevistas de Crisis Group, Puerto Príncipe, 23 y 30 de noviembre. El jefe de Investigaciones de Seguridad Nacional de Miami afirmó que ha habido un aumento sustancial en el número y el calibre de armas traficadas ilegalmente desde la Florida a Haití. “Weapons smuggling to Haiti is on ‘alarming trend’: Feds crack down, ask for public help”, Miami Herald, 18 de Agosto de 2022.

[2] La Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura y el Programa Mundial de Alimentos han advertido que, por primera vez, la inseguridad alimentaria en Cité Soleil ha alcanzado “niveles de catástrofe”, el más alto en la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases. Más de la mitad de la población sufre altos niveles de inseguridad alimentaria. “Niveles de hambre catastróficos registrados por primera vez en Haití”, FAO/WFP, 14 de octubre de 2022.

[3] Durante los enfrentamientos de mayo y junio entre las bandas 400 Mawozo y Chen Mechan, 143 de las 191 personas muertas fueron civiles. “A new war in Cité Soleil: The RNDH requires the immediate intervention of the police institution”, National Human Rights Defense Network, julio de 2022, p. 3. De igual forma, durante los enfrentamientos armados entre coaliciones de pandillas rivales en Cité Soleil en julio, el G9 impidió el acceso a alimentos y agua en el barrio Brooklyn en un intento por obligar a los civiles a que se unieran a su bando. “Informe del Secretario General”, op. cit., p. 8.

[4] En muchas zonas donde operan las pandillas, se utiliza a la población civil como escudo humano para evitar las redadas policiales. Los residentes a menudo necesitan autorización para cruzar las fronteras que delimitan los territorios de las pandillas. Un integrante de un grupo de la sociedad civil denunció el caso de una familia de Cité Soleil en la que el padre y la madre trabajan fuera del área, pero sólo uno puede salir a la vez para asegurarse de que no huyan de la comuna. Entrevista de Crisis Group, Puerto Príncipe, 20 de noviembre de 2022.

La Route Soleil 9 separa los barrios Boston y Brooklyn en Cité Soleil, que son controlados por G9 y Gpèp, respectivamente. Es uno de los principales frentes de batalla entre las dos coaliciones de pandillas. Nov 2022. Puerto Príncipe, Haití. CRISIS GROUP/ Diego Da Rin

Proteger a la población civil mientras se lucha por el control de estas áreas no será fácil. Los barrios donde se refugian los pandilleros suelen estar ubicados en el corazón de superpobladas comunas marginales atravesadas por calles estrechas, y los pandilleros no se distinguen visiblemente de los civiles. Además, la falta de instalaciones para acomodar a los desplazados internos significa que la mayoría de los residentes no tienen más opción que permanecer donde están, incluso bajo el yugo de las pandillas; la imposibilidad de escapar es especialmente alarmante en el caso de las mujeres obligadas por las pandillas a la servidumbre sexual[1]. En lugar de depender de la fuerza bruta de los números y las armas, las operaciones de seguridad deben basarse en labores de inteligencia para medir hasta qué punto se puede ingresar a los bastiones de las pandillas sin poner en peligro la vida de los civiles.

 También es probable que la protección de los civiles impida que la misión de seguridad recurra de inmediato al tipo de tácticas urbanas que podrían parecer más efectivas. El factor sorpresa, por ejemplo, podría resultar decisivo para el éxito de una redada dirigida contra un bastión de pandillas. Pero dado el riesgo de que estas operaciones puedan resultar en la muerte de civiles y menores de edad que han sido reclutados por las pandillas, algunos analistas haitianos sugieren que se debe dar prioridad en su lugar al uso de la amenaza de intervención armada como elemento disuasorio[2]. Por ejemplo, si llega a ocurrir, cuando se despliegue una misión, las autoridades podrían presionar a los líderes de las pandillas para que abandonen ciertos barrios amenazándolos con la entrada de las fuerzas si no acatan la orden.


[1] Algunas de las personas que permanecen en las zones de non-droit porque las condiciones no son mejores en otros lugares son mujeres y niñas que se ven obligadas a tener relaciones sexuales con pandilleros. Si no quieren correr el riesgo de ser asesinadas mientras huyen de la zona en la noche, se ven obligadas a convertirse en una de las muchas parejas sexuales de los hombres armados. A cambio, a veces se les concede un estatus privilegiado que les permite tener una mayor protección. “Si denuncian, tienen que abandonar la zona y corren el riesgo de ser asesinadas. A veces, el líder de una pandilla mantiene relaciones sexuales tanto con una madre como con su hija. Esta es una situación en la que las mujeres tienen que aceptar lo inaceptable”. Entrevista de Crisis Group, activista de derechos humanos, Puerto Príncipe, 23 de noviembre de 2022.

[2] “Si vienen cuatro helicópteros haciendo ruido y todos los ven llegar al aeropuerto, [los pandilleros] entrarán en pánico: sabrán que ahora se enfrentarán a fuerzas superiores, que no podrán resistir y que serán asesinados”. Entrevista de Crisis Group, Puerto Príncipe, 29 de noviembre de 2022.

Actualmente, prevalece un código de silencio en los territorios controlados por pandillas.

A pesar de las dificultades operativas, miembros de estas asediadas comunidades y expertos en seguridad sugieren que la llegada de las tropas significaría una diferencia inmediata. De hecho, algunos sostienen que tan sólo la amenaza creíble de una fuerte intervención armada extranjera para apoyar a la policía haría que algunos líderes de pandillas reconsideraran y trataran de negociar su propia rendición[1]. En aquellas áreas donde las pandillas se mantengan firmes tras la llegada de las tropas, la perspectiva de una aplicación más contundente de la ley podría reducir aún más la tolerancia de la comunidad hacia las pandillas. Actualmente, prevalece un código de silencio en los territorios controlados por pandillas, ya que los residentes saben que denunciarlas o compartir información con las fuerzas de seguridad conlleva el riesgo de un terrible castigo. Pero fuentes en Puerto Príncipe creen que la llegada de tropas extranjeras y la posibilidad de que ejecuten redadas cambiaría el equilibrio de poder, motivando a los residentes a compartir información e incluso haciendo que algunos pandilleros se rindan voluntariamente[2].

Antes de cualquier posible operación, los comandantes de las fuerzas también deben pensar en una manera para que los residentes de las áreas donde se libran los combates puedan salir. Podrían organizar una campaña de comunicación a través de redes sociales para anunciar operaciones antipandillas y ofrecer asistencia a los civiles que quieran dejar sus hogares y a los pandilleros que prefieran deponer sus armas[3]. En este caso, las autoridades deben establecer campamentos equipados para albergar a un gran número de personas desplazadas. Dado que niñas y mujeres han sido víctimas de violencia sexual en los campamentos existentes, la planificación debe incorporar medidas para prevenir agresiones y prestar servicios para las sobrevivientes. También será necesario crear espacios seguros donde las unidades de inteligencia puedan recopilar información sobre los pandilleros, las áreas en las que operan y cualquier otra información útil para las operaciones armadas[4].

Cualquier potencial fuerza también debe proporcionar un estricto protocolo que describa los procedimientos de seguridad precisos que se deben emplear en caso de enfrentar protestas de grupos civiles no relacionados con las pandillas. Parte de la opinión pública haitiana critica abiertamente las pasadas misiones de mantenimiento de la paz por los errores y delitos cometidos, tales como los casos de explotación y abusos sexuales en los que se vieron implicadas docenas de miembros de las fuerzas de paz de la ONU, así como la introducción del cólera en el país a través de las tropas de la misión[5]. El resentimiento que muchos haitianos sienten hacia las fuerzas extranjeras podría volver a generar protestas. En el pasado, los líderes de las pandillas se han unido a las marchas contra Henry, y si lo hicieran nuevamente, el personal de seguridad debe responder con cautela; cualquier enfrentamiento que conduzca a la pérdida de vidas podría ser políticamente fulminante. Al mismo tiempo, una forma de disipar la preocupación pública sería mediante la creación de mecanismos de denuncia claros que brinden a la población local la oportunidad de compartir información sobre presuntos abusos a los derechos humanos por parte de la policía y las tropas internacionales.


[1] Dos residentes de áreas controladas por pandillas coincidieron en que hubo una reducción temporal de los enfrentamientos entre pandillas cuando Henry solicitó el despliegue de fuerzas internacionales en Haití. También destacaron que las bandas no se sentirán realmente presionadas hasta que circulen imágenes de tropas extranjeras en suelo haitiano, junto con advertencias de operaciones inminentes. Entrevistas de Crisis Group, Puerto Príncipe, noviembre de 2022.

[2] “Cuando veamos que las discusiones sobre una misión no son una broma y que las fuerzas armadas internacionales realmente están aquí, las personas que tienen armas, pero no están completamente involucradas con la pandilla abandonarán sus territorios. Perder algunos de sus soldados comenzará a desestabilizar y debilitar a las pandillas”. Entrevista de Crisis Group, Puerto Príncipe, noviembre de 2022.

[3] La gente apoya a las pandillas principalmente porque brindan asistencia social básica en sus territorios y evitan ataques de pandillas rivales. Los haitianos dependen de la información compartida a través de redes sociales para saber a qué áreas es seguro ingresar y dónde se están produciendo ataques. “La gente renuncia a la comida si necesita el dinero para tener un teléfono”, dijo una fuente. Entrevistas de Crisis Group, Puerto Príncipe, noviembre de 2022.

[4] Además de descubrir la ubicación exacta de los líderes de las pandillas, la recolección de inteligencia debe prestar especial atención a los depósitos de armas, que podrían estar entre los primeros objetivos de las operaciones. Entrevista de Crisis Group, miembro de una organización de derechos humanos, 22 de noviembre de 2022. “Surge in use of rape against women and rivals in Haiti camps”, The New Humanitarian, 14 November 2022.

[5] “UN peacekeepers in Haiti said to have fathered hundreds of children”, The New York Times, 19 de diciembre de 2019; Michael Dziedzic y Robert M. Perito, “Haiti Confronting the Gangs of Port-au-Prince”, U.S. Institute of Peace, septiembre de 2008.

Una unidad antipandillas plenamente verificada ya fue creada.

Mientras tanto, para evitar que la filtración de información afecte las posibles operaciones conjuntas entre las fuerzas extranjeras y la policía haitiana, las unidades antipandillas locales sometidas a una verificación de antecedentes y especialmente entrenadas deben estar preparadas para participar en estas operaciones[1]. Una unidad antipandillas plenamente verificada ya fue creada: en octubre contaba con 150 efectivos[2]. Pero esta unidad aún no es lo suficientemente grande como para que la policía haitiana asuma un papel significativo en operaciones conjuntas, teniendo en cuenta que las pandillas más fuertes llegan a tener hasta 500 miembros y están íntimamente familiarizadas con el territorio que controlan[3]. La policía haitiana debe continuar verificando y capacitando nuevos reclutas para la unidad antipandillas, incluso mientras continúan las discusiones sobre una misión extranjera. También deben mantener estos esfuerzos en marcha una vez se despliegue dicha misión, ayudando así a allanar el camino para que la policía releve a las tropas extranjeras lo antes posible.

En términos más generales, los esfuerzos del Estado haitiano para fortalecer la policía nacional tendrán que intensificarse para garantizar que cualquier mejora de seguridad en el curso de la intervención extranjera perdure bajo una posible misión de la ONU[4]. Este esfuerzo no será nuevo para la ONU, ya que el fortalecimiento de la policía constituía el núcleo del mandato de la MINUSTAH[5]. Sin embargo, esos esfuerzos no lograron los resultados deseados porque la corrupción, falta de recursos, fallas en la coordinación entre los donantes y las autoridades nacionales, así como la devastación provocada por el terremoto de 2010, hicieron que las reformas fracasaran[6]. Del mismo modo, las iniciativas para verificar los antecedentes de los agentes de policía y evitar su cooptación por parte de grupos criminales se han visto socavadas por los bajos salarios y la falta de fondos y equipos que enfrenta la fuerza[7]. El futuro apoyo internacional para la policía haitiana podría ir acompañado de la creación de un equipo de monitoreo de gastos dirigido conjuntamente por funcionarios haitianos y expertos internacionales para garantizar que los fondos sean destinados para fortalecer los estándares profesionales de los agentes de policía, mejorar su remuneración y aumentar el tamaño de la fuerza.


[1] Hay casos de informantes que habrían sido asesinados luego de filtraciones de policías a las pandillas. Entrevista de Crisis Group, activista de derechos humanos, Puerto Príncipe, 22 de noviembre de 2022.

[2]Informe del Secretario General”, op. cit., p. 5.

[3] Entrevista telefónica de Crisis Group, 3 de noviembre de 2022.

[4] El embajador de Haití en EE. UU., Bocchit Edmond, dijo que “esta vez una intervención sería diferente. Sería para fortalecer a la Policía Nacional y ganar tiempo para incrementar la seguridad en todo el país. … En el corto plazo, queremos fortalecer la capacidad de nuestras fuerzas de seguridad”. “Would intervention by foreign troops help stabilize Haiti?”, Latin America Advisor, 25 de octubre de 2022.

[5] Informe breve de Crisis Group sobre América Latina y el Caribe N°26, Preservar la seguridad en Haití: La reforma policial, 8 de septiembre de 2011.

[6] Sarah Mehard y Aleisha Arnusch, “Haiti: Police and Law Enforcement”, Strategic Studies Institute, pp. 73-96.

[7] “As gang’s power grows, Haiti’s police are outgunned and underpaid”, The New York Times, 26 de octubre de 2021.

Hombre en la entrada de un edificio. Grafitis pintados durante las recientes manifestaciones dicen: “abajo el secuestro” y “DCPJ [Dirección Central de la Policía Judicial], arresten a Apaid por tráfico de armas!” Nov 2022. Puerto Príncipe, Haití. CRISIS GROUP/ Diego Da Rin

IV. Reacción política

El llamado del primer ministro interino Henry para obtener apoyo internacional policial y militar fue recibido con preocupación por sus críticos, quienes temen que una intervención extranjera pueda impulsar un gobierno extremadamente impopular. Esta preocupación prevalece en especial entre la oposición política de Henry, particularmente en la coalición conocida como el Acuerdo de Montana. El Acuerdo de Montana se creó en torno a un acuerdo que describe un plan para una transición política en Haití, firmado en agosto de 2021 por casi 200 partidos políticos y organizaciones de la sociedad civil[1]. Este grupo ha acusado a Henry de haber tolerado la proliferación de las pandillas sin oponer resistencia, y de usar la violencia que generan como medio para mantenerse en el poder. Además, ha descrito la solicitud de apoyo militar internacional de Henry como un acto de traición[2]. Fritz Alphonse Jean, elegido por el Acuerdo de Montana en enero para encabezar un gobierno de transición, ha condenado a Henry por preferir una intervención de fuerzas extranjeras a unas conversaciones sobre un acuerdo político con sus propios compatriotas[3].

Dentro de los puntos de fricción entre Henry y el Acuerdo de Montana, que forjan los puntos de vista de este último sobre la intervención, se incluyen su falta de voluntad para discutir un acuerdo para la transición del poder. Representantes del Acuerdo de Montana se han reunido con Henry y sus aliados en numerosas ocasiones[4]. Pero Henry se ha negado a negociar si las futuras conversaciones deberían abordar la cuestión de su salida del poder.

La viabilidad y el cronograma de elecciones también ha sido un tema candente desde el asesinato de Moïse. El difunto presidente había cancelado las elecciones legislativas de 2019 y muchos socios extranjeros, incluida la ONU, presionaron a Henry para que convocara nuevas elecciones poco después de que asumiera el poder[5]. En cambio, el primer ministro en funciones destituyó a las autoridades electorales en septiembre de 2021[6]. El deterioro de las condiciones de seguridad ha hecho imposible celebrar unas elecciones razonablemente justas desde entonces, pero los críticos del gobierno han instado a Henry a aceptar un esquema de reparto del poder que permita crear una administración de transición estable[7]. Sin embargo, a pesar de la debilidad de su coalición de gobierno y del llamado a su renuncia por parte de los manifestantes, Henry ha rechazado la idea de entregar el poder a otros líderes políticos antes de organizar unas nuevas elecciones[8].

A muchos en Haití e incluso a varios diplomáticos extranjeros les preocupa que el primer ministro en funciones parece seguir gozando del pleno respaldo del Core Group (conformado por Estados extranjeros y organismos internacionales) antes mencionado y, por lo tanto, se sienta seguro en su puesto a pesar de las fallas de su gobierno[9]. Otras plataformas políticas y grupos de la sociedad civil se quejan de no haber recibido suficiente atención por parte de los representantes extranjeros, en particular de EE. UU.[10]. Henry, por su parte, parece decidido a llegar a un acuerdo político con fuerzas de la oposición que, tras haber obtenido la aprobación de ciertas figuras del sector privado y de la sociedad civil, le permita seguir al frente del gobierno durante un periodo transitorio que concluiría con la celebración de elecciones[11].


[1] Para obtener más información, ver informe breve de Crisis Group, Haití: un camino hacia la estabilidad para una nación en shock, op. cit. El Acuerdo de Montana preveía un plan de transición de dos años, dirigido por un presidente y un primer ministro acompañados por un órgano de control del poder ejecutivo que restablecería las instituciones necesarias para organizar elecciones. Ver “Accord du 30 août 2021”, Conferencia Ciudadana por una Solución Haitiana a la Crisis, 30 de agosto de 2021. El acuerdo fue firmado inicialmente por unos 180 grupos políticos y de la sociedad civil y luego ampliado en enero de 2022, cuando los firmantes originales llegaron a un acuerdo de consenso con otra coalición de siete grandes partidos políticos conocida como Protocole d’Entente National. Monique Clesca, “Haiti’s Fight for Democracy: Why the Country Must Rebuild Before It Votes”, Foreign Affairs, 1 de febrero de 2022.

[2]Nòt piblik biwo swivi Akò Montana a kont okipasyon peyi Dayiti nou an, Oficina de Seguimiento del Acuerdo de Montana, 7 de octubre de 2022.

[3]Fritz Alphonse Jean, rejetant toute intervention d’une force étrangère en Haïti, prône un ‘consensus suffisant’, Gazette Haïti, 7 de octubre de 2022. El 30 de enero, el Consejo Nacional de Transición, integrado por 42 miembros de los grupos políticos, religiosos y de la sociedad civil firmantes del acuerdo de Montana, eligió un presidente, Fritz Alphonse Jean, y un primer ministro, Steven Benoît, para dirigir el ejecutivo durante el período de transición.

[4] Los miembros de la Oficina de Seguimiento del Acuerdo de Montana y Henry y sus aliados han tenido tres rondas de conversaciones en 2022: una en febrero, otra en mayo y una tercera a partir de julio, que finalizó el 2 de agosto. Los dos principales puntos de desacuerdo han sido que Henry no está dispuesto a negociar cuestiones de gobernanza, mientras que Montana se resiste a incluir a otros participantes en las negociaciones.

[5] “United Nations Security Council presses for elections in Haiti”, Miami Herald, 5 de octubre de 2021.

[6]Haiti elections postponed indefinitely amid political crisis”, Al Jazeera, 28 de septiembre de 2021.

[7] Ver informe breve de Crisis Group, Haití: un camino hacia la estabilidad para una nación en shock, op. cit.; y Da Rin, “New Gang Battle Lines Scar Haiti as Political Deadlock Persists”, op. cit.

[8] El Consejo de Seguridad de la ONU le había pedido expresamente al gobierno de Henry un informe del progreso de las negociaciones sobre un acuerdo político, con fecha límite del 17 de octubre, pero el informe no fue presentado. La reunión del Consejo de ese día se centró en la solicitud de asistencia militar internacional de Henry.

[9] Daniel Foote, exenviado especial de EE. UU. para Haití, ha sido muy crítico del papel que ha desempeñado el Core Group en la crisis política, afirmando que en un principio desestimó al Acuerdo de Montana y ha mantenido a Henry en el poder. Entrevista telefónica de Crisis Group, 21 de octubre de 2022.

[10] Trece miembros del Congreso estadounidense escribieron recientemente una carta al presidente Joe Biden enfatizando que “Henry no tiene un mandato constitucional” y afirman que Washington “no ha enviado una señal clara de que EE. UU. no considera a Henry como el único camino a través del cual debe pasar cualquier solución liderada por Haití”. “Carta bicameral al presidente Biden sobre Haití”, 6 de octubre de 2022. Entrevista de Crisis Group, representante de la sociedad civil de EE. UU., diciembre de 2022.

[11] Se están desarrollando conversaciones sobre un nuevo acuerdo que pretende reunir a varios partidos políticos, representantes del sector privado y grupos de la sociedad civil. Un líder de la sociedad civil haitiana, que ha estado consultando con una amplia gama de actores, redactó un acuerdo para dejar a Henry en el poder hasta que se organicen nuevas elecciones y crear un organismo consultivo de cinco miembros compuesto por dos políticos, dos representantes del sector privado y uno de la sociedad civil. El grupo de Montana está dividido: un sector, en su mayoría partidos políticos, ha dicho que estaría dispuesto a aceptar este arreglo, mientras que la Oficina de Seguimiento se ha negado a respaldarlo. Entrevista de Crisis Group, persona cercana a Henry, Puerto Príncipe, 21 de noviembre de 2022.

La mayor esperanza de acuerdo probablemente incluiría un reparto del poder entre Henry y aquellas facciones dispuestas a aceptar que él desempeñe un papel en un futuro gobierno de transición.

Todavía puede tener éxito. Después de llevar a cabo una campaña hasta ahora infructuosa para provocar la renuncia del primer ministro, el Acuerdo de Montana ha comenzado a sufrir divisiones internas. Estas divisiones enfrentan a aquellos que no aceptan, bajo ninguna circunstancia, que Henry siga al frente del gobierno con otros que están abiertos a considerar la posibilidad bajo ciertas condiciones. Henry ha aprovechado estas diferencias, negociando por separado con diferentes sectores del Acuerdo de Montana[1]. La mayor esperanza de acuerdo probablemente incluiría un reparto del poder entre Henry y aquellas facciones dispuestas a aceptar que él desempeñe un papel en un futuro gobierno de transición, aunque por esta vía se corre el riesgo de marginar a los oponentes más radicales del primer ministro interino.

Si tal acuerdo se vuelve viable, los socios extranjeros de Haití deberían apoyarlo. El estancamiento ha impedido la creación de un gobierno de transición y también pone en riesgo las condiciones necesarias para el despliegue de una fuerza de seguridad internacional. Los Estados extranjeros son sumamente cautelosos a la hora de apoyar una misión y desplegar tropas sin la aprobación explícita de las principales fuerzas políticas del país, lo que ayudaría a reducir el riesgo de protestas, reforzar el apoyo público y limitar el peligro de que una misión pueda exacerbar las tensiones del país, quizás provocando una inestabilidad aún mayor una vez que termine su mandato. Los Estados que contemplan la formación de una misión, incluidos los posibles contribuyentes financieros y de tropas, deben continuar insistiendo en que estos planes sólo pueden avanzar con el respaldo tanto del gobierno como de una masa crítica de la oposición, así como el compromiso de esas fuerzas para trabajar conjuntamente en la formación de un gobierno de transición que pueda restablecer los servicios básicos para la población y allanar el camino para celebrar unas nuevas elecciones.


[1] “Montana es una entidad muy difícil de abordar: tiene sus propias divisiones internas y prejuicios. Sin embargo, es un grupo representativo de la sociedad civil”. Entrevista telefónica de Crisis Group, experto estadounidense en Haití, 19 de octubre de 2020. Algunos de los que inicialmente apoyaron el programa de transición de Montana señalan que haberse centrado en la lucha contra Henry les ha hecho perder sus conexiones con el público. “Al principio, el Acuerdo de Montana parecía un movimiento político prometedor integrado por personas competentes, pero se dejó de lado a la gente común, ya que no existía un mecanismo de participación efectiva de los diferentes sectores sociales de todos los departamentos del país. Muchas organizaciones firmaron el acuerdo, pero no todas siguen alineadas con Montana. Ariel [Henry] es consciente de esto. No los escucha, porque en realidad no son una fuerza de oposición unificada que cuente con el apoyo de la población”. Entrevista de Crisis Group, abogado de derechos humanos, Puerto Príncipe, 23 de noviembre de 2022.

V. La perspectiva internacional

La falta de un acuerdo entre las fuerzas políticas de Haití, junto a los enormes desafíos que plantean las pandillas, explica la reticencia extranjera a comprometer recursos y personal para la fuerza de acción rápida propuesta. EE. UU. y México, que han tomado la iniciativa diplomática para presionar por el despliegue de tropas o policías extranjeros, han intentado identificar Estados dispuestos a ofrecer personal voluntario y, quizás lo más importante, encabezar una misión a Haití. Pero su tarea se ha complicado por un dilema de planificación. Estos dos países no quieren presentar el proyecto de resolución ante el Consejo de Seguridad hasta que tengan compromisos reales para dotar de personal la misión, pero la falta de una resolución que defina el mandato dificulta confirmar la participación de posibles contribuyentes de tropas[1].

Aunque diplomáticos en Nueva York sugieren que se han identificado algunos posibles contribuyentes, por ejemplo, Trinidad, Kenia y Ruanda, ha sido más difícil convencer a los Estados para que asuman la costosa tarea de liderar una misión[2]. Washington, muy consciente de la oposición que han provocado sus intervenciones anteriores en Haití, y sin duda consciente de que un público hastiado de la guerra podría mostrarse poco solidario, es reacio a enviar tropas[3]. Al mismo tiempo, los formuladores de políticas estadounidenses son muy conscientes de que un mayor deterioro de las condiciones en Haití podría generar una crisis de refugiados, lo que a su vez los podría llevar a recalcular el costo-beneficio de una intervención[4].

Como resultado, EE. UU. ha recurrido a Canadá. A finales de octubre, el secretario de Estado de EE. UU., Antony Blinken, viajó a Ottawa para reunirse con el primer ministro Justin Trudeau y la ministra de Relaciones Exteriores, Mélanie Joly, en un intento por convencerlos para que asumieran el liderazgo de la misión. Los funcionarios canadienses están considerando la propuesta; en privado, manifiestan que les preocupa que Haití sufra desgracias aún peores en ausencia de una misión extranjera[5]. Pero también entienden las dificultades de desplegar sus fuerzas a partir de la invitación de un jefe de Estado cuestionado y con un débil control del poder. Trudeau ha declarado que sólo habrá una intervención si todos los partidos políticos haitianos están de acuerdo[6].

Dado que es poco probable que todas las partes en Haití apoyen una intervención extranjera, la cuestión de qué tan amplio debería ser un acuerdo sigue pendiente. Aunque entre más inclusiva, mejor, la misión no debe desplegarse sin que un acuerdo que incluya a Henry y a una masa crítica de esas facciones de la oposición les abra la puerta a las tropas extranjeras y establezca claramente los límites del mandato de una misión de seguridad. Como se señaló anteriormente, el despliegue también debe depender de un firme compromiso de estas partes para trabajar conjuntamente en la creación de un gobierno de transición.


[1] Entrevista de Crisis Group, diplomático, 18 de noviembre de 2021.

[2] Entrevistas de Crisis Group, diplomáticos y funcionarios de la ONU, noviembre de 2021.

[3] “As Haiti unravels, US officials push to send in an armed foreign force”, The New York Times, 29 de noviembre de 2022.

[4] Entrevista de Crisis Group, representante de la sociedad civil de EE. UU., diciembre de 2022.

[5] Entrevistas de Crisis Group, diplomáticos, noviembre de 2022.

[6] “Haitian leaders must all agree if Canada leads military intervention: Trudeau”, National Post, 19 de noviembre de 2022.

EE. UU. y Canadá han tomado medidas decisivas para sancionar a varios de los principales políticos del país por presuntamente financiar pandillas.

Mientras reflexionan sobre una posible intervención armada en Haití, EE. UU. y Canadá han tomado medidas decisivas para sancionar a varios de los principales políticos del país por presuntamente financiar pandillas. Un mes después de que EE. UU. revocara las visas de varios funcionarios actuales y anteriores del gobierno haitiano, los ministros de Justicia e Interior de Henry se vieron obligados a renunciar el 11 de noviembre. Tras el anuncio por parte de estos países de sanciones financieras conjuntas al actual presidente del Senado y a un expresidente de éste, el segundo puesto más poderoso en el sistema político haitiano, Canadá dio a conocer nuevas medidas contra ocho de los políticos más influyentes del país, incluido el expresidente Martelly y dos de sus primeros ministros. Estos políticos son vistos por muchos como figuras importantes del partido haitiano Tèt Kale, que gobernó el país entre 2011 y 2021[1]. Al intensificar las sanciones, estas dos naciones parecen estar respondiendo a las demandas de opositores de Henry por medidas radicales contra figuras públicas que se considera han armado y financiado a las pandillas.

Incluso si Canadá decide seguir adelante, una misión internacional a corto plazo en Haití podría verse afectada por intereses geopolíticos más amplios. Durante la sesión del Consejo de Seguridad convocada por EE. UU. y México para discutir la misión propuesta, Rusia y China manifestaron reservas sobre posibles reacciones en Haití ante la llegada de tropas extranjeras[2]. Además, a varios miembros del Consejo de Seguridad les preocupa que, dado el mandato a corto plazo previsto para la fuerza de acción rápida, ésta pueda venir seguida por una solicitud para una costosa misión de mantenimiento de la paz de la ONU, para la cual hay poco interés en Nueva York[3]. Además, dada la participación de EE. UU. en la presentación de la iniciativa al Consejo de Seguridad, la propuesta podría ser aprovechada por Rusia y China como una nueva oportunidad para bloquear las iniciativas occidentales para resolver conflictos armados, así como para infligir una derrota diplomática a Washington[4].


[1] Aunque no se han presentado cargos formales contra Martelly u otros miembros de este partido, organizaciones de derechos humanos y medios de comunicación han denunciado sus presuntas conexiones con grupos delictivos. Ver “Joint Statement from U.S. Human Rights Clinics in Solidarity with Human Rights Defenders in Haiti”, 27 de junio de 2022; “Killing with Impunity: State-Sanctioned Massacres in Haiti”, op. cit.; “G9 y Familia”, InSight Crime, 9 de julio de 2022.

[2] China, que había presionado para que se cerrara la BINUH, sorprendió a los observadores en julio, cuando exigió que se impusieran sanciones contra los pandilleros y sus simpatizantes. El interés de China por el destino del gobierno haitiano probablemente esté relacionado con el hecho de que la nación caribeña es uno de los quince países que mantiene relaciones con Taiwán en lugar de Beijing. A pesar de los indicios de que China está ahora interesada en un papel más activo de la ONU en Haití, su representante expresó su preocupación en la sesión de octubre del Consejo de Seguridad sobre los riesgos de enviar tropas extranjeras en estos momentos. Rusia se sumó a esta preocupación.

[3] Entrevistas de Crisis Group, diplomáticos de la ONU, octubre-noviembre de 2022.

[4] Richard Gowan, “The UN is Another Casualty of Russia’s War: Why the Organization Might Never Bounce Back”, Foreign Affairs, 10 de marzo de 2022.

VI. Más allá de las necesidades inmediatas

Los problemas de seguridad de Haití son producto de las fallas de larga data en sus fuerzas policiales e instituciones estatales, así como de las extremas tasas de pobreza del país, y no serán resueltos de manera duradera por una misión internacional rápida para combatir a las pandillas. Incluso si los Estados extranjeros llegan a un acuerdo para desplegar una fuerza de seguridad para abrir corredores humanitarios que permitan que el combustible, los alimentos, el agua y las medicinas lleguen a las personas más necesitadas, evitar que se repita la crisis actual dependerá de un compromiso más prolongado para abordar sus causas subyacentes. Habrá que prestar especial atención al diseño de una misión de apoyo policial a más largo plazo, una del tipo propuesto por el secretario general de la ONU. La preparación para la transición a tal misión y una estrategia de salida para las tropas extranjeras también serán esenciales para evitar una larga extensión de la duración del despliegue de la fuerza y acusaciones de vulneraciones a la soberanía haitiana.

A pesar del enfoque inmediato en los términos de una misión de seguridad internacional, el fortalecimiento de la policía nacional sigue siendo la única estrategia viable a largo plazo para someter a las pandillas haitianas. Los avances en esta dirección dependerán de la contratación de más policías y de mejorar sus condiciones de vida y de trabajo. Los donantes extranjeros también deben proporcionar asistencia destinada a reforzar las capacidades de recopilación de inteligencia de la fuerza mediante la capacitación y el despliegue de especialistas internacionales, así como la financiación para la compra de mejores equipos, en particular vehículos blindados, armas de alto calibre, equipos de protección y material de alta tecnología para operaciones contra grupos armados. Por su parte, la asistencia material y financiera debe ir acompañada de programas de capacitación en técnicas policiales antipandillas y orientadas a la comunidad. Una vez más, es indispensable una verificación de antecedentes exhaustiva de las unidades especiales directamente involucradas en la lucha contra las pandillas para evitar la colusión entre estas bandas y la policía.

Los actores externos también deben tomar medidas para detener su propia contribución a la inestabilidad de Haití. En particular, los socios regionales de Haití deben redoblar sus esfuerzos para combatir el tráfico ilícito de armas y municiones hacia las pandillas del país, incluso ayudando a los guardias aduaneros terrestres y marítimos de Haití a reforzar los controles a los cargamentos entrantes. Teniendo en cuenta que la mayoría de las armas, incluidas las armas de alto calibre, que circulan ilegalmente en Haití provienen de EE. UU., especialmente de los puertos del sur de Florida, las aduanas estadounidenses deben aplicar mecanismos para controlar todos los envíos que se dirigen a los puertos haitianos[1].


[1] “Haiti: Spike in weapons smuggled into country from the US”, BBC, 18 de agosto de 2022.

Haití enfrenta un camino difícil por delante en su intento por conseguir estabilidad y restablecer unas instituciones estatales efectivas que cuenten con el apoyo de la población.

Aparte de la seguridad, Haití enfrenta un camino difícil por delante en su intento por conseguir estabilidad y restablecer unas instituciones estatales efectivas que cuenten con el apoyo de la población. En enero de 2023, cuando finalice el mandato de los diez últimos senadores en ejercicio, no quedará en el país ni un solo funcionario de elección popular[1]. Como se mencionó anteriormente, los principales socios internacionales de Haití no se deben limitar a exigir el apoyo del gobierno y la oposición para cualquier posible misión de seguridad, sino también lanzar una iniciativa diplomática unificada para fomentar el establecimiento de un gobierno de transición que pueda allanar el camino para unas nuevas elecciones y ayudar a las principales fuerzas políticas a forjar un acuerdo político con este fin. Una vez que haya claridad sobre la composición del gobierno, la reconstrucción de las instituciones electorales y del sistema judicial serán pasos esenciales para recuperar el apoyo popular y la confianza en el Estado[2]. Una unidad judicial especializada dedicada a luchar contra la corrupción de alto nivel y la malversación por parte de políticos será una parte vital en el proceso de reconciliación de los haitianos con las autoridades. Dicha unidad debe recibir apoyo financiero y técnico de los socios internacionales.

Finalmente, una de las principales causas de adhesión a las pandillas sigue siendo la falta de oportunidades económicas para los jóvenes que viven en barrios pobres afectados por una ausencia crónica de servicios públicos. Con un crecimiento previsto de un modesto 1,4 por ciento en 2023, es probable que la combinación de pobreza, desempleo y desigualdad continúe llevando nuevos reclutas a las manos de grupos criminales. Reunir el apoyo de las empresas haitianas, la gran diáspora del país y los donantes extranjeros para un programa que impulse el crecimiento económico y genere empleos sigue siendo la mejor ruta para evitar los recurrentes episodios de inestabilidad que el país ha sufrido durante décadas.


[1] Informe breve de Crisis Group, Haití: un camino hacia la estabilidad para una nación en shock, op. cit.

[2] Ibid. Para más detalles sobre los problemas a los que se enfrentan los sistemas electoral y judicial, ver también George Fauriol, “Haiti’s Problematic Electoral Dynamics”, Center for Strategic and International Studies, 10 de enero de 2022.

Los daños causados por disparos son visibles en la carrocería de muchos vehículos que circulan por las calles de la capital. Nov 2022. Puerto Príncipe, Haití. CRISIS GROUP/ Diego Da Rin

VII. Conclusión

La opresiva violencia de pandillas, el cólera, el hambre y un gobierno sin respaldo popular conspiran para convertir la difícil situación de Haití en una de las emergencias más complejas a las que se enfrenta el hemisferio occidental. Los socios extranjeros de la nación están debatiendo seriamente cómo responder a la solicitud del gobierno haitiano de una intervención de seguridad extranjera, con EE. UU., México y Canadá enfrentando sus propias dudas mientras exploran cómo dotar de personal, financiar y dirigir una misión de este tipo.

Las razones de estas dudas son claras y convincentes. Enfrentarse a bandas criminales que se mueven rápidamente en barrios marginales superpoblados podría causar un número considerable de bajas, animadversión y daños reputacionales. Al mismo tiempo, mientras que algunos haitianos consideran que estos riesgos superan los potenciales beneficios de una misión de este tipo, otros (en particular los que viven en las zonas controladas por pandillas), hacen el mismo cálculo y llegan al resultado contrario. Mientras muchos políticos y figuras públicas, especialmente los que rechazan a Henry, se oponen firmemente al despliegue de tropas extranjeras, un número creciente de ciudadanos no puede seguir soportando el ambiente hostil en el que se desarrolla su vida cotidiana. Estas personas ven en la intervención internacional la última esperanza de una mejora rápida.

Las fuerzas extranjeras pueden cambiar el equilibrio de poder contra las pandillas del país, pero para que una misión sea eficaz, se deben cumplir ciertas condiciones mínimas. Las tropas deben estar entrenadas y equipadas para proteger a la población civil en los entornos urbanos densamente poblados donde operarán. Además, a nivel político, cualquier decisión de desplegar tropas extranjeras sobre el terreno debe depender, como mínimo, del consentimiento explícito de una masa crítica de las principales fuerzas políticas de Haití (incluido el gobierno y la oposición) y de que estas fuerzas lleguen a un acuerdo concreto para crear un gobierno de transición. Los riesgos del despliegue de una misión internacional de seguridad son innegables, pero los perjuicios de una inacción prolongada ante la emergencia humanitaria de Haití también lo son. Los socios extranjeros de Haití deben exhortar a las facciones políticas enfrentadas del país a crear las condiciones que harían posible un despliegue exitoso y, en caso de que lo hagan, estar listos para actuar.

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