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Haití después del terremoto: la seguridad depende del reasentamiento y el desarrollo

Panorama General

Un año y medio después de que el terremoto que más víctimas ha cobrado en el hemisferio occidental devastó a Haití, en los más de 1.000 campamentos inestables de Puerto Príncipe  650.000 víctimas siguen a la espera de que las reubiquen en viviendas más permanentes. Las primeras tormentas de la temporada de huracanes de 2011 inundaron 30 campamentos, forzando a sus moradores a huir y dejando un saldo de 28 muertos en el país. Michel Martelly, quien reemplazó a René Préval en la Presidencia el 14 de mayo, enfrenta una crisis inmediata debido a la creciente frustración de las víctimas en los campamentos y de las personas que padecen necesidades insatisfechas casi idénticas en los sectores urbanos pobres. Los desalojos forzados, algunos de ellos violentos, y la reaparición de las bandas delictivas en los campamentos y los barrios deprimidos agravan esta incierta situación. Para restaurar la estabilidad, el primer desafío fundamental que tendrá que afrontar el nuevo presidente en relación con la reconstrucción es la adopción, divulgación y puesta en marcha de una estrategia integral de reasentamiento, con la plena colaboración de las víctimas y las comunidades locales. Esto también pondrá a prueba la capacidad para emprender una acción internacional mancomunada que vaya más allá del socorro de la emergencia, luego de un año de divisiones contraproducentes entre el equipo de las Naciones Unidas en el país y los donantes con respecto a la estrategia de reasentamiento.

Después de unas elecciones difíciles, Haití debe prestar atención prioritaria a la reconstrucción nacional: reubicar a las víctimas del terremoto, retirar los escombros y reconstruir los barrios. La catástrofe de 2010 dejó un saldo de más de 250.000 muertos y forzó a cerca de 1,5 millones de personas a instalarse en campamentos. La falta de una política uniforme de reasentamiento ha obstaculizado el progreso prometido en materia de descentralización, renovación económica y reducción de la vulnerabilidad de las comunidades urbanas sobrepobladas. Los barrios que desde hace decenios han sido víctimas de la construcción anárquica y de la poca o nula titulación de tierras y zonificación, siguen siendo altamente vulnerables a los desastres naturales. Los desalojos, sin las debidas garantías procesales y sin alternativas de vivienda viables, han forzado un masivo retorno sin planificación, inclusive a tugurios de Puerto Príncipe en donde se han levantado tiendas de campaña y casuchas  en o cerca de las viejas casas  y han ido brotando espontáneamente nuevos campamentos. Cerca de la mitad de los desplazados han permanecido en los campamentos originales, sin una visión clara del futuro y sintiendo un descontento cada vez mayor frente a la violencia en aumento. Hacer frente al problema de esos campamentos vulnerables es uno de los principales desafíos de la reconstrucción, con implicaciones serias para la paz, la estabilidad y la seguridad.

Todos los actores políticos deben crear alternativas de vivienda más seguras y sostenibles en Puerto Príncipe y las zonas contiguas afectadas por el terremoto. Para esto se requiere un programa de reconstrucción nacional descentralizado, como el que figura en el Plan de Acción para la Recuperación y el Desarrollo Nacionales  (PARDN) del gobierno, que recibió el respaldo de la mesa de donantes en marzo de 2010. Sin embargo, fuera de un parque industrial que se ha planeado pero aún no se ha construido en Cap Haïtien, hay pocos indicios de que Haití tenga mejores proyectos de construcción desde que los donantes se comprometieron a aportar más de 5.700 millones de dólares en el plazo de 18 meses  y 10.000 millones a lo largo de diez años para financiar la recuperación. Para administrar esta iniciativa, Haití y los donantes negociaron el establecimiento de una Comisión Interina para la Recuperación de Haití (CIRH), un organismo híbrido cuyo cometido es acelerar la aprobación de los proyectos y coordinar las actividades. La Comisión ha permitido que los donantes y los funcionarios del gobierno intercambien planes, pero el proceso de toma de decisiones y de desembolso por parte de los donantes ha sido más bien lento, sobre todo fuera de la capital. Muchos refugiados han regresado a Puerto Príncipe, exacerbando los problemas de los barrios pobres de la capital, en donde termina reasentándose el grueso de la población que vive en tiendas de campaña.

Si se quiere que la reconstrucción corrija los numerosos desequilibrios que han hecho de Haití un país pobre y propenso a los desastres, la violencia y el conflicto, es fundamental que el gobierno de Martelly formule rápidamente una política de reasentamiento que comprometa a las víctimas y se centre menos en el cierre de los campamentos y más en la construcción de comunidades más estables y menos violentas, y no sólo en la capital. El plan piloto que formuló el gobierno para cerrar seis campamentos y reubicar a sus moradores es un primer paso importante que amerita apoyo, pero deben agregarse pronto al plan los campamentos más vulnerables. Con el fin de avanzar en el reasentamiento de una manera más sostenible, el gobierno y la comunidad internacional deberían:

  • Diseñar, desarrollar y aplicar una estrategia amplia que incluya una moratoria a los desalojos y la celebración de acuerdos con plazos definidos con los dueños de los terrenos donde se encuentran los campamentos; que fomente medios de vida; que promueva la reconstrucción de viviendas con base en mejores prácticas, y que integre la remoción de los escombros y el regreso de los desplazados, al tiempo que se presten servicios tanto en las antiguas comunidades como en las nuevas, paralelamente a la adopción de decisiones y políticas claras en materia de propiedad de la tierra y acceso a ésta.
     
  • Proponer leyes para establecer una autoridad nacional de vivienda y, mientras tanto, crear de inmediato, por decreto, un mecanismo único para planificar, coordinar y aplicar la nueva política por conducto de la secretaría fortalecida del Comité Interministerial para el Desarrollo Territorial (CIAT), bajo la dirección del primer ministro.
     
  • Fortalecer la seguridad en los barrios a los que regresan los desplazados mediante la prestación de servicios de policía de proximidad, con la inclusión de la Policía Nacional de Haití (PNH), en los programas de reasentamiento y el apoyo de la policía de las Naciones Unidas (UNPOL), al tiempo que se trabaja en el establecimiento, tan pronto sea factible, de la policía comunitaria.
     
  • Descentralizar el reasentamiento para darle, junto con la reconstrucción, un enfoque más comunitario mediante el fortalecimiento de los recursos humanos, financieros y materiales de los municipios.
     
  • Acelerar los planes de inversión en las ocho principales ciudades portuarias y las zonas agrícolas aledañas, con el fin de generar empleo y frenar el flujo de migrantes rurales a Puerto Príncipe.
     
  • Planear de inmediato la transición de la CIRH, si es necesario prorrogando su mandato seis meses después de la fecha de finalización prevista en octubre de 2011, con el fin de evitar las deficiencias y demoras en la financiación y la ejecución de los proyectos.
     
  • Cerrar la brecha entre la labor de la CIRH y la labor del gobierno mediante la inclusión de ministros clave en la junta de la Comisión y la modificación de sus procedimientos a fin de promover una aprobación más rápida de los proyectos y una mejor divulgación de las decisiones, en particular entre la población desplazada.
     
  • Proporcionar de inmediato nuevos fondos de donantes o reprogramar la financiación existente para apoyar el reasentamiento de los pobladores de los primeros seis campamentos e ir agregando progresivamente otros, en especial los más vulnerables a las inundaciones.
     
  • Crear con urgencia mecanismos para dar mayor seguridad a la tenencia de la tierra y mejorar los registros de titulación.

 

I. Overview

A year and a half after the Western Hemisphere’s deadliest earthquake devastated Haiti, 650,000 victims still wait for permanent housing in more than 1,000 unstable emergency camps dotting Port-au-Prince. The first storms of the 2011 hurricane season have flooded 30 camps, forcing tent dwellers to flee and killing 28 persons nationally. Michel Martelly, who replaced René Préval as president on 14 May, faces an immediate crisis in the growing frustrations of the victims in the camps and those with near identical unmet basic needs who remain in the urban slums. Forced evictions, some violent, along with the reappearance of criminal gangs in those camps and slums, add to the volatile mix. Adopting, communicating and setting in motion a comprehensive resettlement strategy, with full input from the victims and local communities, is the first critical reconstruction challenge he must meet in order to restore stability. It will also test the capacity for common international action beyond emergency relief after a year of disturbing divisions within the UN country team and among donors over resettlement strategy.

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Following a gruelling election, Haiti must turn to the priority of national reconstruction: resettling quake victims, removing rubble and rebuilding neighbourhoods. The 2010 disaster killed over 250,000 and forced an estimated 1.5 million into camps, while the absence of a uniform resettlement policy has stymied promised progress on decentralisation, economic renewal and reducing overcrowded urban communities’ vulnerability. Neighbourhoods victimised by decades of anarchic construction and weak to non-existent land titles and zoning remain highly vulnerable to natural disaster. Evictions – without due process or tenable housing alternatives – have forced massive unplanned returns, including to Port-au-Prince slums where tents and shacks have been set up on or near old residences and new, spontaneous camps created. Close to half the displaced have remained in the original camps, with no clear understanding of the future and rising unhappiness at increased violence. Responding to those vulnerable tent camps is a core reconstruction challenge, with serious implications for peace, stability and security.

All political actors need to make housing alternatives safer and more sustainable in Port-au-Prince and adjoining quake-hit areas. That requires a decentralised national reconstruction program such as is enshrined in the government’s Action Plan for National Recovery and Development (PARDN) and was endorsed at the March 2010 donors conference. Beyond a planned but not yet built industrial park in Cap Haïtien, however, there are few signs that Haiti is building back better since donors pledged to contribute more than $5.7 billion over eighteen months and $10 billion over ten years to finance recovery. To manage this effort, Haiti and donors negotiated an Interim Haitian Recovery Commission (IHRC) as a hybrid body to speed approval of projects and coordinate efforts. It has enabled donors and government officials to exchange plans, but decision-making and donor disbursement have been mostly slow, particularly outside the capital. Many refugees have returned to Port-au-Prince exacerbating problems in the capital’s poor neighbourhoods, where the bulk of those living in tent cities ultimately must resettle.

  • If reconstruction is to right the many imbalances that have made Haiti poor and prone to disasters, violence and conflict, it is paramount that the Martelly government set out a resettlement policy rapidly that engages the victims and is less about closing the camps, more about building stable, less violent communities and not only in the capital. The pilot plan for closing six camps and resettling their residents his administration has put forward is an important first step that deserves support, but the most vulnerable camps should be added to it quickly. To move resettlement forward in a more sustainable fashion, the government and international community must then:
     
  • design, develop and implement a comprehensive strategy that includes a moratorium on evictions and time-bound agreements with camp site owners; addresses livelihoods; promotes housing reconstruction based on improved practices; and integrates rubble removal with return of the displaced, while providing services in both old and new communities, in parallel with clear decisions and policies on land tenure and access;
     
  • propose legislation to establish a national housing authority and in the interim establish immediately, by decree, a one-stop shop for planning, coordinating and implementing the new policy through a strengthened secretariat of the Inter-ministerial Committee for Territorial Development (CIAT) under the prime minister;
     
  • enhance security in the neighbourhoods to which the displaced return by providing proximity policing through inclusion of the Haitian National Police (HNP) in resettlement programs, supported by the UN police (UNPOL), while working to deploy community policing as soon as that is feasible;
     
  • decentralise resettlement to give it and reconstruction a more grassroots approach by strengthening the human, financial and material resources of the municipalities;
     
  • speed up investment plans in the eight major port cities and surrounding agricultural areas, in order to generate employment and stem the flow of rural migrants to Port-au-Prince;
     
  • begin immediately planning the IHRC transition, if necessary by extending its mandate for six months beyond the October 2011 sunset date, to avoid gaps and delays in funding and project execution;
     
  • bridge the gap between IHRC work and the government’s by putting key ministers on the IHRC board and modifying its procedures to stimulate more rapid project approval and broader communication of decisions, particularly to the displaced population;
     
  • provide at once new donor funds or re-program existing funding to support resettlement of the first six camps and add other camps progressively, particularly those most vulnerable to flooding; and
     
  • create mechanisms urgently to make land tenure more secure and improve land registries.

 

Port-au-Prince/Brussels, 28 June 2011

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