La “profecía autocumplida” de Trump sobre las pandillas
La “profecía autocumplida” de Trump sobre las pandillas
Op-Ed / Latin America & Caribbean 4 minutes

La “profecía autocumplida” de Trump sobre las pandillas

El sociólogo Robert King Merton calificó de "profecía autocumplida" una predicción que, una vez hecha, es en sí misma la causa de que se haga realidad.

Con su retórica beligerante cada vez más exacerbada hacia los “animales” que convierten “vecindarios tranquilos en ensangrentados campos de matanza”, podría decirse que el Gobierno de Donald Trump está construyendo exactamente este tipo de profecía en relación a las pandillas en EE.UU.

Las menciones a las “maras”, en particular a las poderosas Salvatrucha o MS-13, han sido una constante durante su primer año en la Casa Blanca, a menudo en relación con la necesidad de construir un muro en la frontera con México para limitar su expansión.

En julio de 2017, el fiscal general estadounidense, Jeff Sessions, viajó a El Salvador, el país con mayor presencia de estos grupos criminales, para recordar el compromiso de EE.UU. en el combate a las pandillas. En octubre de 2017, el Departamento de Justicia declaró la lucha contra la MS-13 como un asunto prioritario. En el discurso del Estado de la Unión el pasado 30 de enero, el presidente Trump volvió a cargar contra ese grupo como consecuencia de la migración indocumentada: “(la MS-13) se aprovecha de las flagrantes lagunas en nuestras leyes para ingresar al país como menores extranjeros no acompañados”.

Poner a las pandillas en el centro de la atención mediática puede responder más al interés del gobierno de Trump en justificar una durísima política migratoria, sobre todo en relación a los centroamericanos, que al efecto real de las pandillas en EE.UU.

De las últimas capturas a migrantes indocumentados en este país, solo un 8 % enfrentaron cargos por afiliación a estos grupos. En relación a sus miembros, se calcula que hay unos 10.000 en EE.UU. en una población de 323 millones. Esto supone una cifra minúscula en comparación con El Salvador, donde hay unos 60.000 pandilleros para 6,3 millones de habitantes.

La relación entre pandillas y migración indocumentada es aún más descabellada teniendo en cuenta que estas nacieron precisamente dentro de las fronteras de EE.UU. Fue en California, durante los años 80 y como asociaciones juveniles formadas principalmente por hijos de migrantes y refugiados de las guerras civiles de Centroamérica.

Su expansión en El Salvador, Guatemala y Honduras se dio a finales de los 90 y principios de los 2000 tras la llegada de miles de deportados con antecedentes penales que inspiraron a las pandillas locales a adoptar su vestimenta y sus prácticas. Estos grupos encontraron en la Centroamérica de posguerra un caldo de cultivo idóneo en el que, hasta hoy, la enorme brecha social sigue impulsando a los jóvenes más pobres a ingresar a las filas pandilleras ante la falta de oportunidades.

Nuestro último informe de Crisis Group, Política y Violencia Perpetua en El Salvador, revela, a partir de estadísticas del Departamento de Estado de EE.UU. y de la Policía Nacional de El Salvador, numerosas correlaciones que sugieren que las olas de deportaciones masivas desde EE.UU. provocaron en el país centroamericano picos de violencia armada. Tras la llegada de pandilleros deportados, se empezaron a registrar menores tasas de escolaridad y la probabilidad de encarcelamiento entre jóvenes aumentó hasta un 30 % en las zonas con mayor presencia de deportados con antecedentes penales.

También observamos correlaciones entre la expulsión de menores salvadoreños que han huido de la violencia en los últimos años y el número de deportados de EE.UU. con pasado criminal en El Salvador. En última instancia, concluimos que las deportaciones acaban provocando un efecto retorno hacia EE.UU., sobre todo de jóvenes que son extremadamente vulnerables a la violencia.

De seguir adelante con la política migratoria que amenaza con deportar a casi 200.000 salvadoreños – residentes legales en EE.UU. bajo la égida del Estatus de Protección Temporal (TPS, siglas en inglés) – a un país sumido en una profunda crisis de violencia, Trump estaría precisamente ayudando a la expansión de grupos como la MS-13.

Teniendo en cuenta que las pandillas se financian principalmente de la extorsión, los futuros deportados y retornados encontrarían serias dificultades para poner en marcha un negocio. Sus hijos, que se calculan en al menos 197.000, podrían ser fácilmente victimizados por las pandillas.

Incluso en EE.UU., donde los menores estadounidenses ven cómo miembros de sus familias son deportados de forma masiva, se podría incentivar el reclutamiento de grupos como la MS-13 dado el creciente ostracismo en las comunidades latinas de migrantes indocumentados.

Esta vulnerabilidad fue reconocida por J. Thomas Manger, jefe de policía del condado de Montgomery, en Maryland (Washington DC), en una declaración ante el Senado, el 24 de mayo de 2017: “Los UAC (menores no acompañados, por sus siglas en inglés) son un objetivo perfecto de reclutamiento para las pandillas; son jóvenes que no tienen ninguna de las redes de apoyo social que nosotros hemos tenido, la familia, la escuela, la iglesia”.

En cualquier circunstancia, la unión familiar y el asociacionismo es el mejor antídoto contra las pandillas. La razón de ser de estos grupos ha sido la unión de jóvenes marginados muchas veces provenientes de familias rotas.

Según una encuesta reciente de la Universidad Internacional de Florida realizada a más de mil pandilleros, casi la mitad de ellos abandonaron su hogar antes de cumplir 15 años. De hecho, en nuestro estudio encontramos menor presencia de grupos criminales en las municipalidades de El Salvador con mayor tradición de cohesión social, lo cual sugiere que el combate efectivo contra estos grupos empieza por la creación de políticas de seguridad centradas en el fortalecimiento del tejido comunitario.

Dar propaganda gratuita a la MS-13 y proseguir con una política migratoria extremadamente dañina para la región puede tener como resultado un reforzamiento de las pandillas y la expansión de su actividad criminal. Entonces la “profecía” sería un hecho y podría ser demasiado tarde para mitigar su impacto tanto en EE.UU. como en Centroamérica.

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